Capítulo 8

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Abrí los ojos antes que la alarma sonara. Eso era raro. Había un extraño peso aplastándome el pecho. Miré el calendario que estaba junto a la foto de mi madre. Ah. Viernes. Hoy terminaba todo.

Mejor así, pensé, ya me estaba encariñando mucho de todos modos. Cuanto antes termine, mejor.

Necesitaba alejarme tan pronto como fuera posible si quería estar a salvo. Me conocía bien, sabía perfectamente lo que Mark y su sonrisa estaban haciendo conmigo.

Ya había sido bastante difícil mantenerme distante ayer, cuando lo encontré esperando por mí afuera del dormitorio. Había sonreído como si me hubiera echado de menos y mi corazón se agrietó un poco.

Por eso hoy era el momento de decir adiós antes de que fuera demasiado tarde y esa grieta se hiciera más grande.

Tomé una ducha como cada mañana y gracias a que desperté más temprano, usé el tiempo extra para atar mi cabello en una larga trenza, e incluso la decoré con una cinta roja que había estado usando como separador de libros. Me miré al espejo y me obligué a sonreír. Hoy era un buen día. Hoy estaba celebrando que había logrado proteger mi corazón.

Me aseguré que no faltaba nada en mi mochila y salí del dormitorio. Mark, como no era sorpresa, esperaba por mí. Sacudió la mano por encima de su cabeza cuando sus ojos se encontraron con los míos. Mi sonrisa flaqueó.

—Buenos días.

—Buenos días.

En lo que me pareció un acto reflejo, Mark tomó la mochila que colgaba de mi hombro y la colocó en la canasta de la bici. En ningún momento dejó de mirarme. Tragué grueso.

—Me gusta tu cabello así —dijo— El rojo te queda bien —añadió y antes de que pudiera apartarme, estiró la mano, atrapó el pedazo de cinta que sujetaba el final de mi trenza y la examinó por un segundo— ¿No estaba esto en tu libro de inglés el día que fuimos a la biblioteca?

Parpadeé, sorprendida.

—Sí.

Mark asintió.

—Se me hacía familiar —explicó con un encogimiento de hombros. ¿Cómo podía resultarle familiar una cinta que apenas había visto una vez?— Bien, es hora de irnos.

Él tomó su lugar en la bicicleta y yo me apresuré a seguirle. No habíamos avanzado ni un metro cuando volvió a hablar.

—Hoy no podré almorzar contigo. Lo lamento —se disculpó. No podía verle el rostro, pero sonaba apenado.

—No pasa nada —era mejor así. Debía acostumbrarme a comer sola de nuevo. Empujé lejos la decepción que quiso asomarse.

—Tengo que ir con el profesor Park a entregar mi reporte del proyecto. No creo que sea rápido, al profesor le gusta hacer muchas preguntas —continuó— Pero los chicos estarán ahí, así que no estarás sola.

—Genial —esperaba que no notara la ligera mancha de sarcasmo en mi voz. No me molestaba demasiado pasar un ratito con los amigos de Mark, pero no tenían los mejores temas de conversación durante la hora comida.

—Pero esperaré por ti al final de tu última clase —¿eran imaginaciones mías o Mark estaba hablando más rápido que de costumbre?— Me gustaría llevarte a comer. Para celebrar que el proyecto concluyó con éxito y agradecerte por tu ayuda. ¿Recuerdas? Dijimos que iríamos por pollo frito.

Lo recordaba. Pero había estado esperando que él no.

No dije nada. Durante los últimos metros antes de llegar a mi edificio, solo se escuchaban las llantas contra el concreto.

Puzzle Piece || Mark Lee [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora