Capítulo 17

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No me tomó mucho tiempo darme cuenta que la personalidad de Mark era, en su mayoría, heredada de su madre.

Ya habían pasado cuatro días desde el incidente y yo aún no tenía permitido levantarme de la cama sin ayuda. La señora Lee insistía en que Mark me llevara en brazos a todas partes. El hecho de que mi piel blanca seguía manchada de morado y verde solo hacía que mis lesiones lucieran peor y esa era toda la excusa que Mark y su mamá necesitaban para obligarme a descansar.

Yo no me quejaba y aceptaba sus atenciones en silencio, en parte porque ambos parecían complacerse en cuidar de mí y en parte porque había pasado tanto tiempo desde que un adulto me trató con tanta dulzura que ya casi ni lo recordaba. Los primeros días incluso lloré. A mares. Hasta quedarme dormida. Había olvidado lo mucho que anhelaba y necesitaba una madre y ahora que tenía algo parecido a una, mi corazón no podía sopórtalo. El problema era que sabía que no duraría demasiado.

—Byeol —la voz de la Sra. Lee me sacó de mis pensamientos. Se paraba en la puerta de la habitación con una sonrisa. Le sonreí de vuelta— He preparado fruta fresca. ¿Quieres comer aquí o prefieres ir a la sala?

—Me gustaría ir a la sala —hoy había pasado todo el día en cama. Al reloj le faltaba poco para marcar las 2 y me dolía un poco la espalda.

—No, no. Espera —me detuvo cuando intenté ponerme de pie— ¡Mark! ¡Ven aquí!

—Estoy bien, de verdad. Puedo caminar sola —aseguré. Saqué ambas piernas de debajo de las cobijas y apoyé las plantas de los pies en el suelo.

—¿Cuál bien? —exclamó— Mira esto. Mira todas esas marcas —se lamentó, señalando los feos moretones morados que salpicaban mis brazos— No quiero ni pensar lo mucho que duele.

Tenía razón. Dolía terriblemente. Pero mis piernas no habían salido tan lastimadas. Sin embargo, había pasado los últimos cuatro días tratando de explicarles eso.

Suspiré y me limité a esperar en silencio.

Mark apareció junto a su madre un par de segundos después. Llevaba una sudadera gris que le iba algo grande, el cabello desordenado un poco húmedo y lentes redondos. Ni siquiera era su mejor atuendo, aún así, no pude mirarle a los ojos.

—¿A dónde vamos? —preguntó, acercándose con los brazos extendidos.

Los pocos pasos que tardó en estar frente a mi fueron suficientes para darme cuenta que se me iba a salir el corazón si me cargaba.

—Puedo caminar —dije.

—No es nada, de verdad —aseguró y flexionó ambos brazos para mostrarme sus músculos— Es como cargar un pluma.

No me estas ayudando, Mark. Para nada.

—Quiero caminar.

Él dio un paso atrás al instante.

—Oh —asintió— De acuerdo. Puedes apoyarte en mí.

Tal y como suponía, mis piernas aguantaron mi peso sin problema. La única razón por la que estaba tan débil el primer día era por la estúpida droga. Ahora que sus efectos habían desaparecido, me sentía bastante bien. Aun así, acepté la mano que Mark me ofreció. Juntos, seguimos a su madre hasta a la sala.

—Aquí —la Sra. Lee señaló uno de los sillones y Mark me llevó hasta ahí— ¿Cuál es tu fruta favorita?

—Puedo comer cualquier cosa excepto fresas. Soy alérgica —expliqué.

Mark asintió y metió una cuchara en un enorme recipiente que estaba en la mesita de centro. Era tan grande que pensé que era decoración, pero resultó estar lleno de frutas de todos los colores. Ya había pasado casi una semana y aún no terminaba de maravillarme la vida de la clase alta. Aunque Mark lo negaba, era un poco obvio que su familia era adinerada. El apartamento en que vivían era enorme, cada uno de los muebles y cuadros eran simplemente exquisitos, parecía haber una pantalla gigante en cada una de las habitaciones y basándome en lo que había visto al otro lado de la ventana, estábamos en un barrio costoso. Me sentía pequeña e insignificante, pero todos eran tan amables que a menudo olvidaba que pertenecíamos a mundos diferentes.

Puzzle Piece || Mark Lee [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora