Capítulo 25

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Hicieron falta dos días, muchos errores y mucha paciencia para por fin terminar el brazalete.

—¿Qué opinas? —pregunté, sosteniéndolo en alto para que Jeno pudiera mirarlo.

Él se encontraba acostado en el piso, sobre su estómago, concentrado en un video juego de carreras en su celular. Tuvo la gentileza de ponerle pausa un segundo para admirar mi trabajo.

—Mejor —dijo con un asentimiento.

Sonreí. De un salto, bajé de la cama y me arrodillé a su lado. Jeno se volteó para quedar sobre su espalda y extendió su brazo hacia mí sin que tuviera que pedírselo.

—Perfecto —suspiré, viendo como el brazalete le quedaba.

Había descubierto que el color favorito de Mark era el azul, así que ese era el tono predominante de la pieza. Combinado con negro, había tejido un intricado patrón grueso con una pieza de metal en el centro que en su interior tenía grabadas nuestras iniciales. Un poco cursi, pero no se me había ocurrido nada mejor.

—¿Crees que le guste? —le pregunté a Jeno.

Él rodó los ojos.

—Si —respondió con cansancio— Ya te dije que podrías escupirle en la cara y él te agradecería.

—Eso es asqueroso —comenté asqueada. Volví a ponerme de pie y me apresuré a guardar el brazalete en mi bolso. El reloj marcaba las 5 de la tarde, lo que significaba que Mark podía regresar en cualquier momento.

—Así es el amor —canturreó Jeno— Asqueroso.

Lo ignoré.

—Entonces, ahora que el regalo está listo, ¿ya no tengo que venir todos los días? —preguntó— No te lo tomes a mal, no me molesta pasar tiempo contigo, pero estar encerrado en un hospital apesta un poco.

—Lo siento —dije sinceramente— Ya no tienes que venir si no quieres. Realmente agradezco mucho tu ayuda. No lo habría logrado sin ti.

Jeno se encogió de hombros.

—Para eso están los amigos —sonrió y sus ojos se convirtieron en adorables medias lunas.

No pude evitar sonreír y recordé algo que me había prometido hacer y no había podido.

—Te ayudo —le dije, extendiendo mi mano para que fuera más fácil para él ponerse de pie.

El rubio la aceptó sin dudar y con un rápido movimiento estuvo sobre sus pies. Ambos dimos medio paso atrás para quedar a una distancia más cómoda.

—Sé que esto puede parecer un poco cursi—empecé, y Jeno ladeó la cabeza, confundido— Pero estoy muy agradecida contigo. De verdad. Por pasar tantas horas encerrado aquí conmigo, por hacer de mandadero, por llevarme al trabajo —por alguna estúpida razón, mi voz se quebró ligeramente y mis ojos empezaron a aguarse— por ser mi amigo —añadí en un susurro.

—¿Qué pasa con este ambiente tan triste de repente? —dijo él con una sonrisa torcida— No tienes que agradecerme nada. Ya te dije, eso hacen los amigos.

—Supongo —intenté espantar las lágrimas. Miré hacia otro lado— Es solo que está es mi primera vez. Ya sabes, teniendo amigos. No sé muy bien cuáles son las reglas.

Jeno bajó la cabeza ligeramente para poder encontrarse con mi mirada.

—Las reglas son simples: tú me llamas y yo vengo. Yo te llamo y tú vienes —explicó— Eso es todo.

Me reí. Una pequeña lágrima logró escaparse.

—Por favor no llores, no tengo idea de cómo consolar a la gente —levantó ambas manos a la altura de sus hombros y dio un paso atrás.

Puzzle Piece || Mark Lee [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora