Capítulo 11

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Cuando una semana después seguía viva y nada extraño había sucedido, decidí que el mensaje había sido un error. Yo no era la única Kang Byeol en la Universidad. Probablemente era una simple coincidencia. Así que seguí con mi vida. Tenía otras cosas por las que preocuparme.

Como que las vacaciones iniciaban mañana.

—¿Estás segura que no puedes ir con nosotros? —preguntó Mark por milésima vez.

Estábamos sentados debajo de un árbol cerca del comedor, esperando por sus amigos. Al parecer, Jisung, el hermano de Jaemin, tenía una presentación esta tarde y todos habían acordado verse aquí a las 3:00. Aún faltaba media hora, pero Mark lo había olvidado. Yo estaba intentado leer un libro cuando él apareció y me hizo perder la concentración.

—Lo siento —respondí— Tengo que trabajar en el café. Ya le prometí a Changbin que lo cubriría.

—¿Todas las vacaciones? —inquirió incrédulo.

Asentí.

—De lunes a viernes —expliqué— El turno empieza a las 12 y termina a las 6. Aún puedo dormir hasta tarde y llegar a los dormitorios temprano.

—No me gusta que camines hasta aquí sola —murmuró con el ceño fruncido.

Suspiré. Era exactamente ese tipo de comentarios los que agrietaban mi corazón. Nunca había tenido nadie que se preocupara por mí y que él lo hiciera con tanta naturalidad resultaba devastador.

—Puedo tomar un taxi —me encogí de hombros, tratando de quitarle importancia.

—Yo puedo quedarme —exclamó de pronto— No me gusta la playa de todos modos. Puede quedarme aquí, contigo, y llevarte al trabajo todos los días.

Había estado cabizbajo desde que le dije que no podía ir con ellos. Verlo tan emocionado de pronto, con los ojos brillando de nuevo, me arrancó una sonrisa.

—No es necesario —aseguré— Voy a estar bien. El café está cerca y es una zona muy transitada. No deberías preocuparte, no soy una niña.

Mark no parecía muy convencido. Resultaba un poco ofensivo.

—Sé cuidarme sola —afirmé— Incluso puedo ser intimidante —para probar mi punto, endurecí mi expresión y le mostré mis puños cerrados.

Él se echó a reír.

—Eres adorable —dijo entre risas, desordenándome el cabello.

Rodé los ojos, intentando ocultar mi sonrojo. Esperaba que no escuchara lo fuerte que me estaba latiendo el corazón.

—¿Qué vas a hacer los fines de semana? —preguntó luego de un minuto.

—Dormir —dije con una sonrisa. La sola idea de levantarme a las 2 de la tarde me hacía feliz.

—Suena como un gran plan —sonrió.

—Lo es —asentí— Probablemente también vea un par de dra—

Mi teléfono me interrumpió. Era un nuevo mensaje.

Veo que estás tentando tú suerte. No digas que no te advertí.

—¿Malas noticias? —preguntó Mark.

—¿Eh?

—Pareces preocupada —explicó, señalando mi celular.

—Ah, no. No es nada —lo bloqueé antes de que él pudiera verlo. Era solo una coincidencia, pero estaba bastante segura que Mark haría un gran problema de un simple mensaje.

—De acuerdo. Entonces, ¿dramas?

—Si.

Intenté continuar la conversación, pero una parte de mi mente seguía pensando en el mensaje. Y en esta extraña sensación de que alguien me estaba observando.


***

Mark insistió en despedirse. Así que mi primer día de vacaciones me vi obligada a levantarme temprano. No hace falta decir que no estaba de muy buen humor, por lo que me limité a lavar mi cara y dientes y atar mi cabello en una rápida trenza mientras bajaba las escaleras.

—¿Dónde están tus zapatos? —fue el saludo de Mark cuando salí del dormitorio de chicas.

El sol me daba gusto de frente, por lo tuve que entrecerrar los ojos para mirarle a la cara. Llevaba un sudadera verde con las mangas negras que le hacía parecer más joven. Tuve que hacer un esfuerzo para mantener mi actitud malhumorada.

—Son las 8 de la mañana, Mark —gruñí— Tengo sueño y aun así estoy aquí afuera.

Él no dijo nada. Solo me miró con los ojos muy abiertos.

Fruncí el ceño.

—¿Todo bien?

—¿Sabías que esta es la primera vez que dices mi nombre? —masculló.

Estaba bastante segura que había dicho su nombre antes. Rodé los ojos.

—De verdad quiero volver a dormir —dije en un suspiro— Espero que te diviertas. Adiós.

—No, no. Espera —Mark salió de su pequeño trance justo cuando yo estaba girándome para volver a la comodidad de mi cama. Sujetó mi muñeca y me hizo volver— Jaemin tiene que esperar a Jisung, así que se irá en un par de días. Puedes llamarle en caso de emergencia o si necesitas ayuda —dijo— Si pasa algo, cualquier cosa, mientras no estoy, puedes llamarme y voy a regresar inmediatamente. ¿Entendido?

El nudo que tenía en la garganta me impidió responder.

—¿Byeol, me escuchaste? Tienes que avisarme si algo pasa —repitió, sacudiendo ligeramente mi muñeca.

Asentí.

—Bien —Mark aún no me soltaba— No camines sola en la noche, trata de viajar en taxi tanto como puedas y por amor a Dios, deja de salir sin zapatos a la calle.

Volví a asentir. No podía recordar la última vez que alguien me había dicho algo así. Eran palabras simples, pero las lágrimas amenazaban con inundar mis ojos. Fingí un bostezo.

—Sí, sí. No te preocupes. Todo va a estar bien —le quité importancia con un gesto de la mano— Tus amigos deben estar esperándote. Espero que la pases bien.

Yo no era una experta leyendo las emociones en la gente, pero la mirada de Mark dejaba tan claro que estaba a punto de abrazarme, que cualquiera se habría dado cuenta. Así que me solté de su agarre y me apresuré a regresar al dormitorio, porque estaba segura que si me abrazaba, un simple bostezo no iba a ocultar las lágrimas.

No pude volver a dormir. Solo me acosté en mi cama mirando el techo. Me negaba a llorar. Ya estaba preparada para este día y si lloraba, eso significaba que Mark se había colado en mi corazón más profundo de lo que había imaginado. No podía permitir que eso sucediera.

Así que no lloré. Como la chica grande que era, me planté firme en mi cama y mantuve mi rostro seco. Estaba orgullosa de mí. Sentí que me había vuelto más fuerte. No iba a dejar que Mark y sus ruidosos amigos se metieran en mi cabeza. No les extrañaba y no iba a extrañarles. Estas iban a ser las mejores vacaciones de mi vida. Tenía el trabajo perfecto, mucho tiempo libre para ver dramas y absolutamente nada iba a salir mal.

Mi teléfono interrumpió mis optimistas pensamientos. Rodé los ojos. Seguro era Mark, recordándome que cerrara la puerta con llave o algo.

Abrí el mensaje. Dejé de sonreír.


Tic tac. Ya casi es hora. 

Puzzle Piece || Mark Lee [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora