capítulo 32: ¿qué será de ti mañana?

164 24 17
                                    


¿Qué sera de ti mañana?
Si ya casi no nos vemos más
Un día se nos va a olvidar
Somos lo mismo
Yo espero que algún día este mundo
No te deje triste, triste.

💭

Habían decidido juntarse en la casa del japonés, donde este le esperaba en su habitación, con un enorme platillo humeante reposando en su escritorio. Yuri le vio algo divertido, saludando por última vez a la señora Katsuki, una mujer adorable. Hizo su camino hasta la cama del pelinegro, saludándole algo incómodo.

— Hey, katsudon... ¿Hiciste katsudon?—El japonés rió al escucharle, encogiéndose de hombros con un ligero rubor en el rostro.

— Mi madre lo hizo en cuanto supo que un amigo vendría a casa, además pensé que podría animarte, por como te escuchaste durante la llamada...

Yuri desvió su mirada, notando los ojos preocupados de Yuuri. Se recostó en la cama del mayor, prácticamente lanzándose sobre esta, con confianza. Sus manos buscaron una de las almohadas del pelinegro y la aplastó sobre su rostro, sintiéndose triste de repente. No quería admitirlo, pero había acudido al cerdo para buscar refugio y consejos, era el único que podría ayudarle y a quien le tenía la confianza suficiente como para contarle toda su historia.

Sin darse cuenta, sintió las lágrima en el rostro, y como Yuuri retiraba el cojín de su rostro. El silencio se expandía en la habitación, y él se dedicaba a sollozar bajo la atenta mirada del mayor. Finalmente Katsuki se levantó y fue hasta su teléfono para poner una playlist al azar, para luego levantar a Yurio de golpe, arrastrándole hasta su escritorio.

— Vamos, se va a enfriar la comida, y no me contarás nada si es que no comes antes.—Yuri soltó una risita mientras veía el apetitoso plato, asintiendo.

— Buh, te pareces a mi abuelo.

El nipón le sonrió en respuesta, a la vez que le pasaba una cuchara a su amigo para que fuese capaz de comer. La sonrisa en su rostro fue aún más grande cuando vio la expresión de Yuri al probar el primer bocado, él hizo lo mismo, disfrutando del sabor exquisito del katsudon. La música llenaba el silencio que se creó entre ambos al comer, y el rubio soltó una carcajada en cuanto comenzó una canción de Beyoncé.

— ¿Por qué tienes una canción de Beyoncé?—Yuuri se puso colorado, mientras seguía comiendo.

— Es culpa de Phichit, a veces bailamos.—Yuri volvió a reír en respuesta, asintiendo.

— Eso sería gracioso de ver.

Una vez acabó su plato, Yuri casi había olvidado porqué había ido hasta el hogar de Katsuki, mas volvió a recordarlo minutos después, echado en la cama del mayor, escuchando la música que inundaba la habitación. Yuuri estaba a su lado, sin prestarle mucha atención para así no presionar a su rubio amigo, y Plisetsky se lo agradeció mentalmente.

Pasados unos minutos, pudo aclarar su garganta y así el nudo que se había formado en esta, con los ojos pegados en el techo y los brazos rodeando ese estúpido peluche con forma de onigiri.

— Beka y yo terminamos.

Yuuri intentó disimular su asombro, mas no pudo evitar que su cuello se doblara a una velocidad increíble, viendo a Yuri fijamente. Hasta cierto punto, le sorprendía más el hecho de haberse enterado, en primer lugar, que sus amigos salían... o salieron juntos. Plisetsky por su parte trataba de ordenar sus ideas, enojándose al sentirse triste otra vez.

— Yurio, tú y Otabek...

— Mierda, sí.—El rubio se sentó de golpe, con el ceño fruncido.—Estábamos saliendo, ya sabes, Otabek es tan jodidamente gay... o era, no sé.

Hijos Del Peligro [otayuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora