Capítulo 26: afortunada

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Y entre palabras y caricias

y miradas infinitas yo voy a estar
con lo que puedo darte, amor
es amor, es amor.

Es que contigo soy yo.

💭

A pesar de todo, Otabek no quería hablar con su madre. Sus ojos podían humedecerse con tan solo pensar en la conversación con ella, porque se sentía avergonzado, no quería ser una decepción para ella, no quería ser una decepción para nadie. Y a pesar de que ese jueves no iría a la escuela gracias a la suspensión, Nina llegó a su lado en la mañana, para que bajara a tomar desayuno con su padre.

Tenía miedo, y coraje, hace menos de veinticuatro horas que todo se había ido a la mierda con solo un par de palabras, el hecho de que Jean haya gritado su secreto a los cuatro vientos le había destruido toda estabilidad, ya no tenía certeza de nada y eso le estaba matando.

¿Ahora qué?

De solo pensar en decirle la verdad a su padre su rostro ardía, ayer un par de puñetazos le quitaron la valentía y ahora se odiaba por eso. A veces le gustaría ser como Yura, mandar todo a la mierda y listo, pero no podía. Su mayor temor era que su padre le echara de casa y no pudiera ver nunca más a sus hermanas o a su madre, sentía que si las dejaba, no tendrían seguridad junto a su padre. Porque el principal trabajo de Otabek era recibir los golpes, si él no estaba ahí, probablemente ellas tendrían que enfrentar la violencia de su progenitor, y él no iba a permitir algo como eso.

Aún cuando su mente era un revoltijo, no tardó en llegar a la mesa, sonriéndole a sus hermanas, que no le devolvieron el gesto. Ah, claro, se veía como la mierda. Su madre llegó segundos después, sirviendo kásha para las niñas y café para su esposo.

Su padre leía el periódico tranquilo, y esa misma tranquilidad dejaba inquieto al moreno, pensando en que si su padre le iba a golpear, le rogaría que esperara para que sus hermanas tomaran desayuno.

— ¿Cómo dormiste, hijo?—Otabek desviaba su atención a Vera, quien luchaba con su avena desabrida y las lágrimas.

— Bien, gracias.

— Otabek, en poco más de un mes te vas a graduar.—Pudo haber bufado en respuesta, mas se contuvo, observando alrededor. —Es hora de que seas un hombre y pienses en tu futuro, ¿Qué harás después?

¿Era una pregunta retórica? Esperaba que sí, porque, mierda, no tenía idea de qué haría después. Ni siquiera sabía que iba a hacer hoy, no tenía idea, tenía la certeza de dos cosas, pero no podía decir ninguna.

— Voy a estudiar, seré un abogado.

Altin sonrió satisfecho con esa respuesta, y el ambiente se relajó notablemente. Otabek tenía un sabor amargo en la boca, nuevamente comparándose con su padre, claro, voy a estudiar y ser abogado, como tú. Eso quería oír él, Vladimir Altin quería que su hijo fuese igual a él, casándose con alguna chica de su círculo social, teniendo unos cuantos niños, siendo un machista de mierda, el héroe kazajo.

Quizás así sería todo más fácil, habría paz en su casa, si tan solo hiciera las cosas bien ya nadie gritaría, las niñas no tendrían miedo y su madre tampoco. Incluso Yuri sería más feliz sin él, como lo era con Jean, con alguien que le pueda querer como se lo merece, sin vergüenza, sin ocultarse. Pero... ¿Qué ocurría con él? Esa decisión parecía beneficiar a todos menos a Otabek, quizás podría seguir siendo egoísta, quizás esa la única opción, pero temía arriesgarse.

🌹

Había muchas cosas de las cuales él no estaba seguro, pero sí tenía la certeza de algo, y es que él amaba a Yuri Plisetsky. A veces cree que desde el momento en que le vio cayó rendido, mas en ocasiones sabe que en realidad se enamoró en cuanto escuchó su voz violenta y altanera, porque en ese pequeño rubio había más carácter que en cualquiera. En él, por ejemplo. No importa cuanto se haya tardado en darse cuenta ni cuantos errores haya cometido, porque nada de eso podría cambiar la intensidad de sus sentimientos. Y estos eran tanto así que en cuanto su padre se fue a trabajar, él fue corriendo a buscar su teléfono, descubriendo nueve mensajes de su novio.

Hijos Del Peligro [otayuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora