Capítulo 4: Amiga

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Amiga, solamente una amiga-ah

Un recuerdo, una herida-ah

Nada más, nada más

Nada más que decirnos

Sólo olvida, házte la idea y camina-ah

Hacia tu nueva vida-ah

Nada más, nada más

Nada más queda entre nosotros.


Otabek tenía quince años y sentía que la adolescencia había llegado demasiado rápido, de golpe y sin avisar. Extrañaba los días en que solo se preocupaba de sus hermanitas o hacer sus deberes en la casa, antes de que Yuri Plisetsky llegara con los problemas y los dolores de cabeza.

Las cosas cambiaron con los años, pero no entre ellos dos, porque Otabek seguía siendo él y Yuri seguía siendo Yuri, con las trenzas doradas y los labios brillantes que demostraban arrogancia en la sonrisa burlesca, esa que le muestra a todo el mundo excepto a Beka. Las cosas cambiaron, porque Plisetsky era valiente y seguro, y Otabek no.

Luego de la cena con su familia, el señor Altin le prohibió ver de nuevo a Yuri. Vladimir marcó el rostro de su hijo con el puño bien apretado, asegurándose así que quedara lo suficientemente claro, y el chico juró ante Dios no volver a hablar con el rubio maricón. Otabek era un cobarde, fingía obedecer a su padre y mantenía este tipo de amistad clandestina con su mejor amigo. Yuri por su parte sabía que había arruinado las cosas para Beka, porque el lunes luego de la cena en la casa Altin, pudo ver perfectamente el ojo morado que adornaba su rostro tenso.

Otabek dijo que le habían asaltado al volver a casa, Yuri le siguió la corriente.

Pero Otabek no estaba molesto. Era el mismo de siempre y seguía viéndole bailar, y Yuri seguía bailando para él, porque quería que le mirara así por siempre, casi con amor. Amor que nunca podría existir en realidad, recordaba después de un rato, porque Otabek no era gay. Era su amigo solamente, y era grandioso, porque después de todo aceptaba al rubio, le concedía los caprichos y le apoyaba. A pesar de que seguía siendo un homofóbico innegable.

La orientación sexual de Yuri no era un tema para ellos, porque los dos sabían que el rubio era gay, pero ninguno quería dejarlo en evidencia. La orientación sexual de Otabek tampoco era asunto de discusión, porque el kazajo era la homofobia hecha persona, aunque el rubio aún guardaba esperanzas.

Esperanzas que murieron cuando decidió declararse frente al moreno, cuando el mayor tenía 16 años y él 14.

Fue al comienzo del año escolar, pocos meses después de ese fatídico día en la casa Altin. Estaban en el periodo del almuerzo, y Yuri fue a buscar a Otabek a su salón a pesar de que pondría en riesgo su integridad física. El kazajo se dio cuenta de que Yuri había llegado a su lado, no solo por el característico olor dulce de su perfume, sino por los gritos que empezaron a sonar en todo el lugar, insultando al menor. Se giró con el ceño fruncido, encarando a su amigo, quien ignoraba las ofensas que se podían escuchar, mirándole serio. Víctor, el mismo chico que se sentó con Otabek en su primer día de clases, saludaba a Yuri desde su asiento, para luego intentar hacer callar a sus compañeros.

— No deberías estar aquí, Yura.

— Vamos a almorzar.— El rubio ignora la advertencia de su amigo, cruzándose de brazos al notar la actitud nerviosa del mayor.

Hijos Del Peligro [otayuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora