Capítulo 12: Que me tome la noche

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Y Que me tome la noche y que no salga el sol

Que me lleve la onda, la onda, la onda
cuál será el motivo porque está con él
quizás, será, le da miedo, le da miedo perderse
en la soledad
se perdería
y si me diera un beso.

💭

No tardan ni un segundo en separarse, completamente agitados ante el llamado de Nikolai. Las mejillas de Yuri arden y su respiración delata sus nervios, a la vez que Otabek aparta la mirada de los ojos verdosos de su amigos. El rubio grita en respuesta hacia su abuelo, avisándole que irá a desayunar, se fija en el moreno y su gesto contraído, soltando un suspiro.

— ¿Te quedas a desayunar? — Yuri le sonríe cálido, omitiendo los últimos segundos y la clara tensión que entre ambos había. Otabek sonríe aliviado, asintiendo.

— Vamos, Nikolai está haciendo kásha y panqueques.

Yuri asiente emocionado, saltando de la cama para ir al primer piso, aunque se detiene de golpe, alertando al kazajo. Recuerda la caja que su amigo traía entre manos, viéndola ahora encima de su cama, demasiado tentadora. Se acerca a ella y la examina unos segundos, haciendo reír a Otabek.

— ¿Qué me compraste, Beka? — Rompe el envoltorio sin problema, completamente curioso.— ¡Oh, el sweater que quería! Otabek Altin, no tenías porqué...— Toma entre sus manos la prenda, con sus ojos brillantes, completamente enamorado. Fija su vista en la caja, donde reposa otra cosa, envuelta en papel de gatitos.— ¿Qué es esto?

Yuri rompe el papel y deja ver un cd con una foto de su gato en la carátula, ve al kazajo con diversión, exigiendo una respuesta. Otabek le mira avergonzado, tratando de restarle importancia con sus gestos.

— Como estoy metido en esto de hacer mezclas... tomé unas cuantas canciones y las edité un poco, o solo las puse ahí porque me recuerdan a ti, no sé, es tonto, pero...— Escucha la risa ligera de Yuri, sintiéndose aún más avergonzado. La risa de su amigo le transporta a siete años en el pasado, cuando recién se conocían y la vida solo era cómics, ballet y almuerzos en la azotea.

— Otabek, eres grandioso, me encanta. Aún así, no sé por qué pusiste a Canela en la portada.— El rubio voltea el cd, revisando el playlist escrito con la letra descuidada de su mejor amigo.

— Poner una foto de nosotros hubiese sido demasiado, así que elegí a Canela.

Ambos dan un respingo al escuchar nuevamente la potente voz de Nikolai, llamándoles ahora con más insistencia. Bajan las escaleras corriendo, completamente intimidados ante el mayor, quien les esperaba en la mesa del comedor, con Canela durmiendo en su regazo. Mientras Otabek y Nikolai hablan, el teléfono de Yuri comienza a timbrar, alertando a ambos, el rubio solo quita las notificaciones, volviendo a comer. El kazajo le ve con una ceja alzada, tratando de hacer menos obvia su curiosidad.

— ¿Jean?

— Sip, pero le hablo después. Quiere que salgamos, pero hoy tengo que escuchar ese cd contigo, además vamos a ir al supermercado con mi abuelo.

— ¿Vamos?— Yuri le sonríe en obviedad, haciendo reír al mayor de los Plisetsky.

— Obviamente tú también irás con nosotros, sino, ¿Quien me lleva en el carrito?

Otabek sonríe completamente de acuerdo, encontrándose con los ojos verdes de su amigo al otro lado de la mesa. Con las mejillas llenas de avena y arroz, recuerda esa primera cena en la casa Plisetsky, cuando tenía doce años y Nikolai le parecía un hombre intimidante. No puede evitar que su sonrisa sea más grande, volviendo la atención hasta el abuelo, que mira a Yuri de la misma manera que él, recordando que su Yuratchka ya no es el niño de hace siete años.

Hijos Del Peligro [otayuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora