Capítulo 12.

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Me quedé en blanco. A pesar de que sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza no era capaz de procesarlas.
¿Era enserio?, ¿quería que le metiera en mi habitación?, ¿era eso lo que me acababa de decir? Tenía que ser una broma.

—¿Qué se venga a vivir conmigo?

—Temporalmente —se apresuró a añadir.

—¿Y no hay nadie más que se pueda quedar con él?

—Oye, no hables de mí como si fuera un perro —se quejó él.

—Cállate —le miré y me estaba mirando con la misma molestia.

—Sé que es un favor muy grande…

—¿Un favor muy grande? ¿Tengo cara de ser una ONG?

—Solo serán unas semanas…

—¿¡Semanas!?

—Depende de lo que tarden las reformas.

La pobre mujer estaba pálida. Parecía estar desesperada. Zack nos miraba con aburrimiento y yo estaba a punto de arrancarle la cabeza a alguien. Ni siquiera sabía por qué me molestaba tanto.

Porque estamos hablando de Zack.

Ah sí, cierto.

—¿Y por qué tengo que ser yo quien se quede con él?

—Su habitación goza de dos dormitorios mientras que el del resto no.

Vale, ya no me gustaba eso de tener privilegios.

Me giré hacia el chico, y a pesar de que su expresión era neutra, podía ver a través de sus ojos que a él esto le estaba haciendo la misma gracia que a mí.

—Tiene novia que se quede a dormir con ella, no creo que les importe compartir cama.

—Señorita…

—O con cualquier otra chica, estoy seguro de que tampoco se quejaría —la interrumpí.

—Yo…

—Pero conmigo no —la volví a cortar.

—Pero…

—O con alguno de sus amigos.

—No podemos…

—¿Qué gano yo? —me crucé de brazos.

—¿Perdón?

—Que qué gano yo quedándome con él.

—Estar conmigo en una misma habitación —contestó Zack.

—He dicho que qué gano, no los motivos para no aceptar.

Su sonrisa desapareció y me miró como si quisiera desintegrarme ahí mismo.

—No sé qué puedo ofrecerla a cambio señorita Carter, pero de verdad la necesito.

La miré unos segundos en silencio.

—¿Dijo que tardarían unas semanas?

—Bueno… es una zona grande, puede que un mes o dos…

Cerré los ojos con fuerza y traté de llenarme de paciencia contando hasta diez. No quería que se quedara, pero por otra parte…

—Los meses de verano. El uno de Septiembre le quiero fuera.

—¡Gracias!, ¡muchísimas gracias!

Se levantó y vino corriendo a darme un abrazo. En cuanto vi que me iba a estrujar me agaché y abrazó al aire. No pareció molesta, seguía estando entusiasmada.

Resiliente [Trilogía Ramé #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora