Resiliente [Trilogía Ramé #1]

Capítulo 9.

—Ey chicos, ya estamos aquí —saludó Sabrina al grupo de chicos—. Os presento a Addison; Addison, estos son los chicos de los que te he hablado.

Miré hacia el grupo, pero como si de un imán se tratara, mi atención viajó de nuevo al chico de ojos azules. Lo que más me llamó la atención fue la intensidad con la que me miraba, hacía que mi valentía flaqueara, pero no me daban miedo, más bien me hacía querer demostrar más seguridad.

—¡Hola, yo soy Hannah!, ¡encantada! —una chica pelirroja se puso de pie y me abrazó, trayéndome de vuelta a la realidad.

Unos días atrás ese gesto me habría gustado e incluso se lo habría correspondido, pero ahora solo quería apartarla de un empujón.

Era alta, un poco más que yo. Su melena naranja caía por sus hombros y espalda hasta su culo. Tenía unos ojos muy bonitos, de color miel, muy vívidos y decorados por unas cuantas pecas que se esparcían por toda su cara, las cuales le daban un toque alegre y divertido.

—Sí, lo mismo digo —dije tratando de despegarla de mí con la mayor delicadeza posible.

—Ella es Rachel —continuó Sabrina, señalando a una chica de pelo castaño y ojos verdes claros.

—Mucho gusto —ella no se levantó, tan solo me dio una tímida sonrisa.

Me cae bien.

—Encantada.

—Yo soy Bryce —se presentó uno de los chicos—. Espero que Sabrina te haya dicho cosas buenas de nosotros, porque de ti se quedó corta al hablarnos.

Cogió mi mano y se la llevó a sus labios para darme un beso en el dorso. Me quedé perpleja y la aparté, mordiéndome la lengua para no decir nada que no debiese.

Hay que dar una buena impresión.

Era un chico alto, de cuerpo bien trabajado, con el pelo claro y ojos grises.

—¿Qué les has dicho de mí? —me centré en Sabrina.

—Nada que no fuese esencial, como quién eres, dónde vives, algunos de tus pasatiempos, tu comida favorita…

—… tu color favorito, también tu animal preferido, el estilo de música que prefieres y tu talla de pie —sonrió la que se llamaba Hannah.

—Pues eso, lo esencial —protestó Sabrina.

—¿Para qué necesitan saber mi talla de pie? —fruncí el ceño.

—¡Por si algún día pierdes los zapatos!, así te pueden prestar unos.

—Puedo comprarme más, ¿sabes?

—Agg, se me olvidaba que eres asquerosamente rica.

Sonreí y negué con la cabeza. Solo esperaba que algún día madurara.

Mentira, te encanta que sea así.

—Lo que no sabíamos es que tenías un gato —comentó otro chico—. Nos dijo que tu animal favorito eran los tigres, pero no que tenías uno en casa.

—¿Eh? —le miré.

—Por los arañazos —explicó señalándome.

Ups.

Estaba claro que alguno iba a comentar algo al respecto.

—Sí, es que adoptaron un gato hace poco y es algo salvaje —intervino Sabrina. El chico asintió y me sonrió.

—Por cierto, yo soy Austin. Es un placer conocerte.

Él también tenía el pelo claro, solo que más rubio que Bryce y sus ojos eran marrones. También era bastante más delgado, pero lo que llamó mi atención fue su perfecta sonrisa.