Capítulo 33.

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Los dos se separaron al oír el portazo. Estaban tensos, pero no más que yo.

Vi la cara de odio y fastidio mezclado con burla de Kristen, mientras que la de Zack reflejaba sorpresa y… ¿miedo? Yo tenía los puños apretados en mis costados clavándome las uñas en las palmas de las manos, y era capaz de oír lo rápido que latía mi corazón.

Sabía que estaban esperando a que reaccionara, a que dijera o hiciese algo, y estuve a punto de hacer lo mismo que la última vez, pero me contuve.

—Me parece que tengo un don con estropear los polvos, en especial los tuyos Zack.

Hablé calmada, sin expresar ninguna emoción ni en mi voz ni en mi rostro. Relajé los puños y me obligué a calmarme —o al menos a aparentarlo— mientras mis ojos dejaban de ser fuego para convertirse en hielo.

Estaba claro que ninguno de los dos se esperaba esa reacción; sus caras les delataron.

—¿Qué quiere decir?, ¿qué te ha pillado más veces follando con otras? —preguntó Kristen, tal y como quería.

Me hizo gracias ver cómo les había estropeado su momento de diversión, mas no podía quitarme ese sabor amargo.

Zack no la contestó, estaba muy ocupado mirándome. Ella se giró hacia mí hecha una furia al ver que su noviete no la hacía caso.

—¡Vete de aquí! —me ordenó, como si le fuera a hacer caso.

—Esta es mi habitación, la única que tiene que irse eres tú.

—Este es el cuarto de Zack —me recordó a la pelirroja.

—¿Y? Apostaría mi herencia a que he estado muchas más veces en él que tú.

Con ese comentario conseguí justo lo que quería: que se descontrolara.

—¡Fuera, ya! —me encogí de hombros.

—Puedo irme cuando quiera, aunque sea su cuarto sigue estando dentro de mi habitación.

—No pienso irme, allá tú si no te vas.

Entonces le besó. Le besó delante de mí. Estaba besando esos labios que yo había besado y que me moría por volver a hacerlo por más que supiese que no debía. Y no solo se conformó con eso, sino que empezó a moverse sobre él y a gemir, con sus cuerpos todavía unidos.

Sentí que el cuerpo entero me temblaba y se me formaban lágrimas de ira. Estuve a punto de ir a separarles yo misma, pero no hizo falta porque él la separó empujándola al otro lado de la cama. La miró con… asco.

—Ya puedes irte —dijo con frialdad.

—¡No puedes echarme! —se indignó.

—Lo estoy haciendo.

Al igual que la última vez, saber que no era a mí a la que echaba me causó cierta satisfacción y aumentó mi ego.

—Soy tu novia, ¡no tienes derecho a tratarme así!

—Sabes que te voy a tratar como quiera, si no te gusta déjame en paz.

La mirada asesina de Kristen se clavó en mí antes de salir por la puerta, empujándome cuando pasó por mi lado. En vez de molestarme, su acto me causó gracia al ver lo inmadura que era, pero cualquier rastro de diversión se esfumó al darme cuenta de que Zack me estaba mirando.

Había algo en sus ojos que sabía que trataba de ocultar. Yo también lo hacía, pero mucho mejor que él, y es que me negaba a dejarle ver que eso me había afectado. Ni siquiera quería reconocerlo yo misma, pero era verdad, me había molestado verle con ella, me había dolido, y ese sentimiento era uno de los que me juré no volver a sentir.

Resiliente [Trilogía Ramé #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora