Capítulo 15.

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Los tres nos quedamos estáticos. Al principio Jefferson parecía no reaccionar, pero acabó acercándose a nosotros con grandes zancadas.

—¡Suéltala! ¡Suéltala ahora mismo desgraciado!

Separó a Zack de mí bruscamente, y en cuanto lo hizo sentí mi cuerpo frío y vacío. Le agarró del cuello de la camisa y le sacó a la fuerza de mi cuarto.

Nunca había visto a Jefferson así de enfadado, no se parecía en nada al que yo conocía, y por un momento temí que le hiciera daño a mi compañero, pues aunque por nuestra posición parecía que me estaba haciendo daño, en verdad no lo había hecho.

Más bien nos había puesto cachondas.

Cuando creí que Jefferson le soltaría un puñetazo a Zack, este le agarró de las solapas de su camisa, dejando a ambos en la misma posición.

Siendo francos, no sabría decir quién de los dos intimidaba más.

—Tienes diez segundos exactos para explicarme lo que estaba pasando —exigió Jefferson a Zack, mirándole con todo el desprecio del mundo.

—¿Qué me das a cambio? —se burló este, haciendo que Jefferson hiciera más fuerte el agarre en su camiseta.

—Conmigo no te hagas el gracioso —le advirtió en un susurro.

—¿Quién dice que me lo estoy haciendo? Hablo enserio cuando digo que quiero algo a cambio.

¿Por qué estaba tan tranquilo? ¿¡No veía lo enfadado que estaba!?

—A cambio no te partiré la cara.

—Sería un pecado destrozar esta obra de arte. ¿Estarías dispuesto a ir al infierno por ello?

—Tú sí que irás al infierno en cuanto te mate.

—Difícil lo veo si ya me encuentro en uno.

—Calmaos los dos —interrumpí—, ¿no veis lo patéticos que sonáis?

—Addison, dime qué estaba pasando —se dirigió a mí. Maldije por haber tenido que abrir la bocaza—. Dime qué estaba pasando —repitió lentamente.

—Sí, dile lo que estaba pasando —apoyó Zack con clara diversión—, o mejor aún, dile lo que hubiera pasado si no hubiese aparecido.

Mis cuerdas vocales desaparecieron mágicamente. Me puse roja. Sabía a lo que se refería y él me lo estaba recordando adrede.

Zack se rio al ver mi expresión, pero Jefferson debió de imaginarse otra cosa.

—¡Eres un desgraciado! —le sacudió— Vuelve a ponerle u dedo encima y…

—¿Y qué?, ¿eh? —le retó.

—Si aprecias tu vida no lo harás.

—No me ha parecido que a ella le molestara que la tocase.

¿¡Es que no se podía callar!?

—No hagas que pierda la paciencia.

—¿Qué pasa? ¿No quieres que ella te vea haciéndome algo? —me señaló— Adelante, pégame si quieres, pero no lo hagas cuando ella no esté. Deja que te vea, que se de cuenta qué clase de persona es la que está al cargo de su seguridad, que vea cómo eres realmente.

No entendía nada. Hablaban como si se conociesen de toda la vida.

—Mi paciencia no es tan grande como crees.

—Y yo no tengo de eso —intervine acercándome a ellos—. Jefferson, suéltale ahora mismo, y tú también Zack.

—Qué lo haga él primero.

Resiliente [Trilogía Ramé #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora