Capítulo 16.

197 22 0
                                    

En cuanto lo tuve todo, salí por la puerta dispuesta a ir a la dirección señalada, pero me detuve y di media vuelta al recordar que no tenía cómo ir.

Me acerqué a Zack —que seguía durmiendo como un bebé en el suelo— y me puse a rebuscar las llaves de su coche en sus bolsillos. La idea de estar tocándole aunque fuera con ropa de por medio hizo que mi mente viajara a otros escenarios y que mis mejillas se enrojecieran. Yo nunca había sido así, no sabía lo que me pasaba.

Él es lo que te pasa.

Cuando las encontré no pude evitar mirarle; se veía tan relajado, tranquilo, tan inocente y diferente a lo que acostumbraba…

Mi mano se movió sola hasta su pelo y apartó unos mechones rebeldes que caían por su frente. Luego se deslizó por su mejilla, abrasándome con su tacto, pero era un calor por el que merecía la pena quemarse. Continué bajando mi mano hasta dar con sus labios y me pregunté en si había hecho bien al rechazarle. Seguí con mi recorrido por su pecho, duro y firme, su hombro, en el que los tatuajes se desaparecían bajo su camiseta, sus brazos, con los músculos muy bien definidos, y su mano. La acaricié y sentí la necesidad de enlazar mis dedos con los suyos, por lo que lo hice.

En ese momento me olvidé de todo, me sentía a gusto, en paz; tenía la calma que tanto buscaba.

Levanté con cuidado su mano y me la llevé a los labios para darla un suave beso, aunque más bien fue un roce de mis labios sobre su piel.

—Carter…

Su voz me sobresaltó y mi corazón se detuvo al pensar que se había despertado, porque eso significaría estar en problemas, pero no abrió los ojos. Hizo un poco de fuerza en nuestro agarre y volvió a repetir mi apellido.

¿En qué estás soñando chico tempestad?, ¿conmigo?

Quería saber en qué consistía su sueño y me di una bofetada mental por estar interesada en ello. No debía, no debía de estarlo en nada relacionado con él.

Pues no vas muy bien.

Con cuidado separé mi mano de la suya, recogí las llaves y me puse de pie de nuevo. Ahora sí, con todo listo, salí de la habitación. Bajé lo más rápido que pude para evitar que alguien me viera y me dirigí al parking. En ese momento me di cuenta de que no sabía cuál era el coche de Zack.

Genial, ¿verdad? Yo queriendo ir a una misión de espionaje en un coche que no sabía cuál era.

Al final me puse a darle al botoncito de las llaves hasta que encontré un coche cuyas luces parpadeaban cada vez que lo hacía. Llegué corriendo, me subí y puse la dirección en el GPS.

Me sorprendió lo a gusto que me encontraba en él, era una sensación… familiar, como si ya hubiera estado allí antes, o tal vez era porque olía a él, ya que últimamente había estado bastante cerca suyo.

Demasiado diría yo.

Ya me había relajado un poco y la adrenalina había desaparecido. Ir a un sitio por la noche yo sola a reunirme con gente que no conocía y no sabía lo que querían dejaba de parecerme tan buena idea.

Estuve a punto de dar media vuelta cuando mi móvil sonó y tuve que parar.

—Hola —la voz de Jefferson sonaba algo tímida—. Eh… esto, yo… quería disculparme por… eh… mi comportamiento de antes con mi… tu compañero.

—La verdad es que pensaba que confiabas un poco más en mí.

—¡Y lo hago! —se apresuró a decir— Confío en ti, claro, es solo que me ha sorprendido que él… ese chico estuviera allí.

Resiliente [Trilogía Ramé #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora