Capítulo 34.

223 15 20
                                    

-¡ADDISON!

Unas manos apretaban con fuerza mi pecho, haciendo que este subiera y bajara. Sentí que me tapaban la nariz y unos labios se posaban sobre los míos para meter aire en mis pulmones. Esos gestos se repetían una y otra vez mientras me llamaban. Quería contestar, decir que oía, pero no tenía fuerzas para ello.

-¡Arriba Addison!, ¡ni se te ocurra morirte! -oí que me decían con exigencia, pero al mismo tiempo con desesperación y miedo.

Volvieron a unir mis labios con otros y a apretar mi pecho cuando sentí que el agua subía por mi garganta hasta que la escupí. Inmediatamente me agarraron de la nuca y me ayudaron a incorporarme para no ahogarme mientras tosía sin parar. Noté que me pegaban con fuerza a un pecho y unos firmes brazos me envolvían con fuerza mientras me acariciaban el pelo.

-Ya está, ya pasó, estás a salvo... -susurraron.

Entonces reconocí su voz.

Me despegué un poco y vi que Zack estaba sentado conmigo en su regazo. Tanto su pelo como el resto de su cuerpo estaban húmedos. Sus manos acunaron mis mejillas y sus ojos buscaron los míos. Pude ver el miedo en ellos, el arrepentimiento y la culpa mientras me examinaban en busca de cualquier herida.

Fue ahí cuando recordé lo que había pasado.

-Zack, te caíste... -acaricié su mejilla- ¿Estás bien?, ¿te hiciste daño?

-Addison, escucha... -tomó mi mano entre las suyas.

-Te vi caerte del acantilado -le interrumpí, volviendo a sentir miedo al recordarlo-, esperé a ver si salías del agua pero no había rastro tuyo. Me tiré para tratar de ayudarte pero no te encontré, no estabas...

-Estoy bien, en ningún momento estuve en peligro -le miré confusa. Él cerró los ojos con fuerza un segundo antes de volver a mirarme-. No es la primera vez que hago esto, he venido más veces. Solo quería asustarte un poco, estaba escondido detrás de unas rocas esperando a que saltaras, y cuando lo hiciste y vi que no salías fue cuando me metía a buscarte.

-Espera... ¿me estás diciendo que te tiraste adrede para que yo también lo hiciera? -sonrió entre divertido y arrepentido- ¿¡Estás loco!? ¡He estado a punto de morir por ir a salvarte! -me removí entre sus brazos intentando separarme.

Ya me había cabreado.

-No pensé que fuera a pasar eso -se apresuró a decir-, la última vez acabaste encantada metiéndote en el mar.

-¡Es diferente!

-¿Diferente por qué?

-¡Porque tú no estabas! -frunció el ceño- ¡Me dejaste sola cuando prometiste no hacerlo! -sentí nuevas lágrimas formándose en mis ojos.

-Yo... pero, no lo entiendo...

-¡Claro que no lo entiendes! -intenté volver a separarme pero de nuevo me lo impidió.

-Explícamelo -pidió en un tono dulce. Me negaba a hacerlo, sería parecer muy débil y no quería que él pensara que lo era-. Quiero que me lo expliques.

Sabía que iba a acabar contándoselo. No me hizo falta más que mirarle a los ojos como para que mis murallas se cayeran. Él no me miraba con burla ni aburrimiento, y de alguna forma sabía que podía confiar en él.

-Sabes la historia de Betty, todo el mundo la sabe -me acarició la espalda-. La he visto, ella estaba ahí...

-No está ahí.

-¡Ya lo sé! Sé que no lo está de verdad, pero en mi mente nunca dejará de perseguirme.

-Es por el sentimiento de culpa -afirmó-. Sientes un gran peso sobre tus hombros por lo que ocurrió y el recuerdo te está atormentando.

Resiliente [Trilogía Ramé #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora