Capítulo 25.

157 18 2
                                    

Una falda negra ajustada, un top dorado de mangas largas, con unos zapatos del mismo color que la falda. Así era como iba vestida. Me había alisado el pelo y puesto un poco de maquillaje, lo justo para pretender que iba de fiesta. Bajé en el ascensor hasta la entrada de la residencia, donde Sabrina y las chicas me esperaban.

—Ya estoy —saludé.

Hannah iba con un vestido muy colorido, en cambio Rachel llevaba uno de un solo color que además era oscuro; ambos ceñidos y que se ajustaban a las curvas de las chicas. Kristen llevaba uno morado —si es que se podía decir que llevaba algo—, y Sabrina una falda, igual que yo, con un top rosa.

—Me siento súper orgullosa de tener unas amigas tan guapas —sonrió Hannah.

—Yo pediría tener unas menos charlatanas —Kristen la miró mal.

—Cómo tienes tantas amigas para elegir… —me burlé, mirándola desafiante.

—Que quede bien claro princesa —se acercó para que nadie más nos oyera—, este es mi reino, aquí todos hacen lo que yo digo, y como no empieces a tratarme como me merezco no pienso dudar en enviarte a la horca.

¿Se estaba escuchando? Era penoso.

—Si te matan primero no puedes matar —susurré y me alejé, dando por terminada nuestra conversación.

—Los chicos nos están esperando —informó Sabrina cuando llegué a su lado.

—¿A dónde vamos?

—A una discoteca nueva que han abierto. Ya va siendo hora de pasárnoslo bien.

—Salimos hace un par de noches —enarqué una ceja.

—Una eternidad —aseguró.

No tenía remedio.

—Iremos en mi coche —anunció Rachel.

—Yo no voy a beber, no me importa llevaros —me ofrecí.

—Yo tampoco, asique no te preocupes.

Rachel se puso al volante con Hannah a su lado, quien no paraba de cantar. A mí me tocó ir atrás con Kristen y Sabrina, pero gracias a Dios esta última se puso en el medio para que no tuviera que ir al lado de la arpía.

El trayecto no fue largo, o al menos eso me pareció. A los pocos minutos de salir ya estábamos cantando a pleno pulmón, a excepción de Kristen, claro, que estaba entretenida sacándose fotos para subirlas a las redes sociales.

—¡Quien más ligue esta noche gana! —gritó Sabrina.

—¿Gana el qué?

—No sé, pero gana.

Todas nos echamos a reír mientras seguíamos cantando —gritando— las canciones que sonaban en la radio.

Se nos hizo un poco difícil aparcar porque el parking estaba lleno, asique nos demoramos unos minutos buscando un sitio donde dejar el coche. Tuvimos que ir corriendo hasta el local porque empezaba a hacer frío y yo era la única lista que no se había traído una chaqueta.

Tardamos más de lo debido porque tuvimos que esperar varias veces a Sabrina, que se caía cada dos por tres por usar unos tacones tan altos y finos.
Cuando llegamos a la puerta los porteros nos miraron como si estuviéramos locas, a lo que nosotras respondimos con una sonrisa inocente. Nos dejaron pasar, pero no nos quitaron el ojo de encima.

—¡La música está altísima! —gritó Sabrina.

—¡Es para que no te oigamos cantar! —la respondí.

Resiliente [Trilogía Ramé #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora