Corrí en la dirección en la que estaba segura que me matarían.
Había personas luchando cuerpo a cuerpo y otras matándose con armas. Sin pensármelo dos veces saqué la daga que conservaba en el tobillo y me preparé para cualquier ataque.
Como si lo hubiese invocado, un hombre que llevaba una máscara negra y roja intentó golpearme con un arma. Conseguí esquivarle y fui yo quien le dio un golpe en la cabeza usando el mango de mi daga lo suficientemente fuerte como para noquearle. Otro hombre con la misma vestimenta se acercó con la misma intención. Luché contra él, pero me lo puso más difícil y acabé retrocediendo hasta quedar acorralada contra un muro.
No había nadie que pudiera ayudarme, nos habíamos alejado y los que estaban cerca luchaban por salvar sus vidas.
—¡Quieto! —grité— ¡Como des un paso más te clavo el cuchillo en la garganta!
Ni yo me creía capaz de hacer eso, pero para mi sorpresa acató la orden. ¿Tanto miedo daba? ¡Pero si era él quien me tenía acorralada!
Ladeó la cabeza mirándome con curiosidad desde detrás de su máscara. Soltó el machete que llevaba y se acercó a mí. Retrocedí hasta que mi espalda chocó contra una pared y él aprovechó para inmovilizarme.
¿Qué dabas miedo decías?
Intenté escapar, pero entre el miedo y que él me puso su antebrazo en el cuello no salí muy victoriosa.
Pude ver cómo sus ojos analizaban los míos hasta que levantó mi pasamontañas, dejando mi rostro al descubierto. Me observó unos segundos que se me hicieron eternos antes de soltarme y coger su arma para desaparecer. Yo me senté en el suelo con la espalda apoyada tosiendo. Sentía las lágrimas en los ojos, tenía miedo y me costaba procesar lo que acababa de ocurrir. ¿Por qué no me había matado?
¡Espabila! No eres una princesita en apuros.
Era verdad, tenía que volver ahí, junto a Zack; él confiaba en mí, pensaba que era capaz de hacerlo, y no quería decepcionarle.
Me armé de valor y volví al campo de batalla que se había formado. Procuré que no me vieran para evitar ser atacada de nuevo, pero me detuve en medio del caos al oír un disparo seguido de un grito.
Mierda, mierda y más mierda. Esa era la voz de Zack.
Busqué de dónde provenía el grito y enseguida le encontré tirado en el suelo en medio de un charco de sangre, sujetándose la pierna y con un chico apuntándole a la cabeza con una pistola. Sin pensármelo dos veces corrí hasta ellos y me tiré sobre el agresor antes de que disparara, haciéndonos caer a ambos y rodar por el suelo.
Por el rabillo de ojo vi a Zack tratando de incorporarse, pero se le era casi imposible; estaba claro que no podía luchar.
El chico se abalanzó sobre mí y empezamos un forcejo. Intentó golpearme varias veces pero esquivé sus ataques. No sabía de dónde me había salido tanta rabia, pero la estaba descargando toda con él. Uno de mis puñetazos consiguió que le tumbara y pudiera colocarme sobre él.
—¡Esto es por dispararle! —levanté mi daga.
El chico me miró y abrió mucho los ojos. Yo me quedé mirándole y ninguno se movió. ¿A quién quería engañar? Yo no era capaz de matar a alguien.
Con suma delicadeza me tocó la superficie del muslo y su tacto fue abrasador. Comenzó a ascender y de un momento a otro yo estaba debajo suyo.
—¡Suéltame! ¡Suéltame maldito imbécil! —pataleé.
Hizo un ruido para que me callara. Su mano viajó a mi estómago haciendo que mi respiración se volviera errónea mientras subía hasta llegar a mi cuello. Se inclinó y mi instinto fue detenerle, pero sujetó mis muñecas por encima de mi cabeza con su otra mano. Sin más, se acercó mientras sus ojos examinaban los míos, y cuando solo nos separaban un par de centímetros, desvió su cabeza para enterrarla en mi cuello.
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Resiliente [Trilogía Ramé #1]
RomanceAddison Carter tiene lo que se consideraría una vida perfecta. Lo tiene todo, incluso un oscuro secreto. Una rosa. Una flor que atrae por su belleza, su aparente bondad y pureza. Incita a arrancarla para poseerla, pero en cuanto la tocas te hiere co...