Capítulo 19.

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Estaba enfrente de la habitación de Sabrina, con la mano levantada lista para llamar a la puerta cuando esta se abrió de golpe.

—¿Cómo has sabido que ya había llegado?

—Te esperaba mirando por la perilla —explicó, tirando de mí para que entrara.

Su habitación no era tan grande como la mía, aunque también la tenía para ella sola. Tenía una cocina y un salón más simple, un único cuarto de baño y un dormitorio, pero me resultó mucho más cálida.

—A ver… ¿vemos una peli? —iba a contestar, pero se me adelantó— ¿Qué prefieres?, ¿vampiros?, ¿hombres lobo?, ¿escenas calientes?, ¿asesinos buenorros…?

—Ninguna de romance —aclaré.

—¿¡Qué!? ¿Cómo qué no? ¡Pero si a ti te encantan! Recuerdo perfectamente que siempre acabbaas enamorándote de los personajes.

—Me encantaban —corregí—, y no me apetece enamorarme de ningún chico ficticio, que luego los de verdad no les llegan ni a la suela de los zapatos.

—Eso no puedo discutírtelo. Veamos… ¿una de asesinatos entonces? No es romántica a menos que seas una sádica.

—Eh… —la verdad es que era un poco cagada para esas cosas, pero tenía que empezar a madurar, sobre todo si esta noche tenía una misión— Está bien.

—¡Genial! Ya verás, el asesino es un psicópata que parece haber sido creado por los dioses, o demonios, no sé, pero igualmente está buenísimo —suspiró—. ¡Venga, mueve el culo! —aplaudió entusiasmada y me tiró sobre su cama.

La peli empezó, y efectivamente trataba de amor.

Sabrina era una capulla.

A diferencia que mi amiga, que ni pestañeaba para no perder de vista al chico ni un solo segundo, yo no la di mucha importancia, tenía la cabeza en otro lado, pensando en otra cosa, o en otra persona, y me frustraba no poder sacarla de mis pensamientos, era tan molesto, tan odioso…

—¡AAHHH! —gritó Sabrina de golpe.

—¡AAHHH! —grité asustada.

—¡AAHHH! —volvió a gritar.

—¿¡Pero qué haces!? —pregunté al borde de un infarto.

—¡Me he asustado! ¡Es que ese hombre ha salido de la nada! —se excusó— Ya sabía yo que verle iba a hacer que mi pobre corazón sufriera.

—Vuelve a asustarme así y te haré gritar de verdad —la advertí.

—¿Eso va con segundas intenciones? —sonrió con picardía.

—Créeme, prefieres no averiguarlo.

Después de ese susto decidí centrarme en la película y olvidarme del señorito para que Sabrina no volviera a provocarme un paro cardíaco. Me felicité mentalmente cuando acabó la peli y hube conseguido mantenerle alejado de mis pensamientos, aunque teniendo a Sabrina haciendo comentarios cada dos por tres no tuve mucho tiempo para distraerme.

—No me ha gustado nada la peli, odio la sangre —comentó.

—¿Entonces para qué querías verla? —fruncí el ceño.

—¿No te parece un motivo suficiente el chico de metro noventa tatuado que aparecía?

—Recuérdame por qué somos amigas —pedí en un murmullo.

—Porque me adoras —sonrió alegremente.

Nos pusimos a hablar un rato y todo iba muy bien hasta que dieron unos golpes en la puerta.

Resiliente [Trilogía Ramé #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora