| LEVI ACKERMAN |
Despierto de la nada y aclaro mi vista para que los restos del letargo desaparezcan, restriego mi rostro con una mano para despertarme por completo y me siento en la cama, apoyando mi espalda en el cabecero.
Giro el rostro a un lado para ver a mi esposa durmiendo plácidamente. Como siempre. Está sobre su estómago y la sabana gruesa le cubre casi todo el cuerpo, únicamente dejando a la vista sus ojos y su frente.
Sonrío porque siempre parece un oso perezoso. Duerme tanto que en los primeros años de casados hasta llegaba a pensar que estaba muerta o algo por el estilo.
Me inclino y dejo un beso en su frente, me meto al baño para cepillar mis dientes y hacer mis necesidades. Me coloco ropa de ejercicio y salgo de la habitación para ir a correr un poco.
La puerta de las gemelas está abierta y me asomo un poco para ver a amabas dormidas, cada una en su cama. Al fondo del pasillo está la habitación de Connor que se mantiene cerrada siempre, no sé qué tantas cosas esconde ese niño ahí.
Salgo de casa y comienzo a correr por toda la manzana de la residencial donde vivimos. Mis músculos me agradecen el calor y el estiramiento a medida que pasan los minutos y me caliento y sudo a pesar de estar entrando al invierno.
Corro por lo que parecen horas y cuando voy de regreso varios vecinos ya han salido a pasear a sus perros o a regar sus jardines.
Agito la cabeza deshaciéndome del recuerdo de unas noches atrás donde las gemelas habían literalmente llorado para que les comprara un perro.
—¡No quieres soportar a un perro pero si soportas a Connor!
—¡Ally! —la regaña _____.
—Papi, por favor. —Ally me toma del cuello de la camisa mientras hace un puchero, en otras circunstancias hubiese dicho que sí, pero me negaba rotundamente a que hubiera un saco de pulgas en mi casa.
—No.
Ally empezó a llorar y Connor bufó con molestia. Últimamente Ally y Lía andan más sensibles de lo normal, desde que cumplieron doce años lloran por todo y por nada a la vez.
Me detengo cuando llego frente a casa, lleno mis pulmones de aire y lo suelto lentamente para relajar mis músculos y calmar mi respiración.
Entro y cierro la puerta atrás de mí, camino hasta la cocina y Connor está en ella, únicamente vistiendo un pantalón de chándal blanco y calcetas, la calefacción disminuía considerablemente el frio dentro de la casa.
—Buenos días.
Camino hasta él y le doy unas palmadas en la espalda. Agradezco el hecho de que ya hay agua para el té..
—Buenos días, papá. —Connor entre más crecía más se parecía a mí y eso su madre nunca lo superaba.
—¿Y tu madre?
—Dormida. —encoge sus hombros mientras les da vuelta a los tocinos y revuelve los huevos. —Pasé por su habitación y estaba roncando.
Ahogo una risa mientras preparo mi humeante taza. Es gracioso como mi esposa decía que no roncaba, todos sabíamos que lo hacía y por más que se lo dijéramos ella no nos hacía caso, pobre engañada.
Me siento en la mesa mientras Connor acomoda toda la comida, las tres hambrientas haraganas se despertarán en cuanto sientan el olor, así que todo está listo para que aterricen en la cocina.
Connor se sienta a mi lado sirviéndose una taza de café y yo tomo el diario matutino.
Escucho unos pasos afuera de la cocina y últimamente hacíamos apuestas para adivinar quien sería la primera en despertarse.

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Una vida juntos || +18 🔥
Teen FictionEscenarios que muestran la vida de Levi y ____ como esposos y su nueva etapa de padres de gemelas (◕દ◕). || ADVERTENCIAS || ⚠️Contiene lenguaje vulgar y explicito. ⚠️ Situaciones donde se habla sobre alcohol y drogas. ⚠️ Las imágenes, canciones o vi...