| VEINTISEIS |: Junto a ti

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N/A: Reclame aquí su pañuelo para las lágrimas

|| CONNOR ACKERMAN ||

—¿Ya vamos a llegar, papá? —respiro hondo porque Dalton me ha hecho la misma pregunta un aproximado de mil veces en los últimos... ¿cinco minutos?

—Si me preguntas una vez más iré a un kilometro por hora.

Por el retrovisor veo que vira los ojos y contengo las ganas de reprenderlo. Dios, es idéntico a Ally. Anoto mentalmente el prohibir que visite a su tía a menudo para que no le peguen las malas mañas y actitudes.

Mis hijos están en la adolescencia y decir que son un grano en el culo se quedaría corto. Ojalá regresar el tiempo para volverlos pequeños de nuevo o meterlos de nuevo al vientre de Marie, al menos así no jodían.

¿Lo único bueno de que sean más grandes? Papá y mamá tienen más momentos juntos.

—Ni si quiera entiendo porque salimos tan temprano. A la abuela le quedan dos horas más de sueño...—dice Leon con la vista clavada en el videojuego que parece tener pegado a las manos día y noche.

—Si no querías venir te hubieses quedado en casa. —Le dice su hermano haciéndole mala cara.

—Si hubiese sabido que serías un dolor en el trasero hubiese venido hasta mañana con las tías.

—Si hubiese sabido que serías un ogro hubiese empezado a ser un dolor en el trasero desde que salimos.

—No te preocupes, siempre eres un dolor en el trasero.

—¡Y tú eres un...!

—¡Hey! —les grita Marie por fin, girándose en el asiento para verlos y ambos levantan la mirada hacia su mamá—. Como no se callen los bajo del auto para que terminen el camino a pie.

Si, alguien salió a la tía Hange.

—¡Pero mamá, Dalton es...!

—Silencio.

—¡Si Leon no estuviese de...!

—Dije. Silencio.

Ambos cierran la boca y se acomodan nuevamente en el asiento. Sonrío mientras niego con la cabeza y me enfoco en llegar por fin a la casa de mamá y papá. Habían pedido muchas cosas del supermercado y la parte de atrás de mi camioneta estaba repleta de sus pedidos.

A los haraganes ya ni les gusta conducir hasta la ciudad para llenar su despensa. Ahí tienen a sus tres esclavos que conducen unas dos horas solo para cumplir con los caprichos de mamá o los gustos extraños de papá.

Con el tiempo esos señores se volvieron más... exigentes y extraños.

Lía y Ally vendrán mañana con otra tanda de suplementos que ocuparemos durante los cuatros días que estaremos en el campo disfrutando del tiempo en familia. Es justo y necesario luego de meses y meses de trabajo interminable.

Cruzo la calle y conduzco todo el sendero hasta la casa de campo que se asoma tal y como la recuerdo. Ahora está pintada de otros colores, pero la fachada sigue siendo la misma. Los animales han crecido y se han multiplicado desde que mis padres se mudaron para acá.

Con cada viaje que hago a este lugar, más convencido me voy de que es un lugar perfecto para vivir la vejez. Y puede ser que tengamos los mismos deseos con Marie de vivir aquí cuando los gemelos sean mayores.

Intentamos tener otro bebé pero no lo conseguimos. Ahora, a nuestra edad, preferimos disfrutar y darle todo a los gemelos que nos tocaron y estamos bien con ellos.

Una vida juntos || +18 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora