| OCHO |

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—Papá pregunta si quieres una hamburguesa. —Asiento emocionada. Amo las hamburguesas. —Dice que sí. Yo también. Ajá... ¿Las niñas? Cajita feliz, hay juguetes de la sirenita y les gustarán. Ok. Si. Adiós.

Connor cuelga el teléfono y lo pone al lado de sus cuadernos abiertos. Estamos estudiando matemáticas antes de que Levi regrese con la cena. Las niñas han terminado sus tareas y ahora están en la sala de estar mirando sus caricaturas.

—Bien, continuemos...—me acerco a él. —Aquí multiplica ocho por ocho. —Se queda callado con la mirada fija en el cuaderno. —Connor.

—¿Eh?

—Multiplica ocho por ocho.

—¿Por qué o qué? —inquiere confundido.

—¡Para seguir con el ejercicio! —chillo. —Aquí. Pon la respuesta para que luego podamos sustituir.

—Oye, mamá... Marcus cree que eres hermosa, ¿sabes? —entrecierro los ojos. —Le he dado un golpe en el rostro por lo que ha dicho después, pero no tienes que saberlo. Al parece recogía dinero al vender fotos tuy...

—Connor.

—¿Sí?

—¡Multiplica ocho por ocho! —le grito.

—Mis compañeras creen que papá es muy apuesto y parece que les gusto porque imaginan que soy él...

Me inclino para alcanzar mi pie y tomar mi chancla.

—Cómo no me digas cuánto es ocho por ocho...—lo amenazo apuntándole con mi chancla justo en el rostro y él se espanta llevándose una mano al pecho.

—¡Es que no sé, mamá! ¿Quién se aprende la tabla del ocho? Es más... ¡Nadie pasa de la del cinco!

—¡¿Cómo no te sabes la tabla del ocho?!

—¡Nadie se la sabe, mamá! —chilla alejándose un poco de mí para evitar que le lance mi arma mortal.

—Sesenta y cuatro. —Dice una voz a nuestro lado y bajo la vista hacia Lia que entra a la cocina, caminando hacia el refrigerador para sacar un jugo. Los destapa y le da un sorbo con la vista fija en nosotros. —De nada.

Sale de la cocina con dirección a la sala de estar nuevamente y veo a mi hijo quien tiene la boca abierta.

—¿Tu hermana de ocho años se sabe la tabla del ocho y tú no? —entrecierro los ojos.

—Espera, mamá...—se pone de pie y lo imito. Alzo la mano para lanzarle la chancla pero Levi entra justo en ese momento y el pequeño cabrón se esconde detrás de él usándolo como escudo. —¡Papá, mamá me quiere dar con la chancla!

—¡Tu hijo no se sabe la tabla del ocho! —bajo la chancla y me la pongo. —Qué vergüenza.

—Tú no te la sabías cuando estábamos en la uni...—lo reto con la mirada a que continue. —Como sea. Traje la comida.

—¡Paaaaaaaaaapi! —el par de voces chillonas se une al espectáculo. Lia se lanza a los brazos de su papá y Ally a su espalda, rodeándole el cuello con los brazos y la cintura con las piernas. Ambas lo llenan de besos mientras Connor y yo servimos la cena.

Nos sentamos a comer y las niñas continúan hablando sin parar. Lo juro, sin parar. Hablan al mismo tiempo, disparando palabra tras palabra y Levi está escuchando y prestándole atención a las dos, aunque ambas estén hablando cosas diferentes. No sé cómo lo hace.

—Entonces quiero un pastel rosado.

—Entonces quiero un pastel aqua.

Dicen las dos al mismo tiempo y se miran fijamente cuando terminan la oración.

Una vida juntos || +18 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora