| DOS |

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—¡Aquí tenemos a una mamá preciosa lista para su revisión! —el doctor entra al consultorio y yo sonrío incomoda. Levi está de pie a mi lado y Connor está sentado en una silla comiéndose una paleta. —¿Cómo se ha sentido esta mamá tan hermosa?

Intercambio una mirada con Levi, que parece estar planeando asesinar a este pobre hombre que solo trata de ser agradable en su trabajo.

—Ehm, todo bien. Bueno, mareos y nauseas...—le explico y él prepara todo para revisarme. —Ha sido más complicado que con mi primer hijo.

Miro a Connor que se come su paleta con la mirada fija en el doctor. Está ahí sentado, con el dulce en la boca y el semblante frío casi como el de su papá. Casi puedo ver un aura oscura alrededor de su pequeño cuerpo.

—Todos los embarazos son diferentes. Unos más tranquilos que otros. —El doctor me guiña el ojo y escucho a Levi gruñir.

—Si, es... Me veo más grande. —Trato de desviar la conversación para que mi pareja no se le lance al hombre que me ha descubierto la protuberancia del vientre y me ha aplicado el gel.

—Yo lo veo todo muy bien...—dice el medico y me pregunto si hablará sobre mi panza o sobre mí.

¿Tendrá fijación por las mujeres embarazadas? Digo... no en un sentido médico, obviando que es ginecólogo. Sino... algo más oscuro. Bien, no pensaré en eso porque es traumático.

El doctor que estuvo conmigo en mi primer embarazo se ha ido de viaje, por lo que me asignaron a este que es mucho más joven y luce mucho más... inexperto. Por no llamarlo idiota.

—¡Ahí está! —dice de repente y miro a la pantalla.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro al ver al bebé. Ya no es un puntito, ahora es más grande. Puedo diferenciar su cabeza, sus manitos y piecitos. Mi corazón se agita en mi pecho y mis ojos se llenan de lágrimas cuando siento que Levi me toma de la mano.

—¿Ese es mi hermano, mamá? —escucho la voz de Connor y Levi lo toma en brazos para que pueda ver mejor. Asiento y se queda embelesado mirando la pantalla. De un momento a otro, la sala se llena con el sonido de su corazón y mis ojos no pueden contener las lágrimas.

—¡Todo parece estar en orden con esta personita de aquí adentro! —Dice el doctor y mis dos hombres lo miran con el mismo rostro inexpresivo. —¿Quieren saber el sexo?

—¿Ya? Apenas llevo cuatro meses...

—¡Ya está claro como el agua! —grita. ¿Por qué grita? —Miren aquí...—nos señala algo en la pantalla. —Un niño muy sano.

—¡Si! —grita Connor y alza sus manos. —Papá, préstame tu teléfono, le llamaré al tío Eren que ya no busque nombres de iglesias.

—¿Hoooooola? —me río porque la boca de Connor presionándose contra la piel de mi vientre me provoca cosquillas. Han pasados dos meses desde que nos dieron la noticia de que tendríamos otro niño. —¿Juventino?

—¿Juventino? —pregunta Levi a mi lado.

Nos hemos metido los tres a la cama para ver una película, pero ha acabado hace unos minutos y Connor empezó a hablarle a su hermano mientras Levi lee su libro apoyado en el respaldo de la cama.

—El tío Eren dice que el bebé se llamará Juventino.

—El tío Eren no es el padre, así que puede irse a la verga.

Le pego en el hombro para que no diga malas palabras frente a Connor, quien suelta una risa. Vuelve a pegar su boca a mi estomago y le susurra palabras al bebé, diciéndole lo emocionado que está por jugar con él y por conocerlo.

Una vida juntos || +18 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora