Una vida juntos || +18 🔥

| SEIS |

|| LEVI ACKERMAN ||

—¡Miren qué preciosidad de muñecas! —chilla mi madre cuando entra a casa y camina directo hacia dónde están las niñas jugando en el suelo. Se sienta con ellas y las empieza a besar, dejándoles las marcas de su labial en la piel. —¡La abuela les trajo regalos!

Ambas ríen y reciben el dulce que mi madre les tiende.

—Gracias por hacerte cargo, Kuchel. No creo que tardemos mucho. —Le dice mi esposa quien se pone de cuclillas frente a las niñas para besarles las cabeza y despedirse.

—Tárdense lo que quieran. La abuela se hará cargo. —Habla de ella misma en tercera persona y ruedo los ojos. —Vuelve a ponerme los ojos así y te los dejo virados de un putazo.

Me dice y yo suelto una risa antes de salir de casa para montarme en el auto. Mi esposa viene detrás de mí y se sube.

Hoy hay reunión de padres en la escuela de Connor y espero que lo único que se hable del pequeño puto sean puras cosas buenas. Me ha exprimido la tarjeta con sus juegos de mierda y cómo salga mal en sus calificaciones se los borraré todos de la consola.

No le pedimos notas excelentes, pero al menos que se esfuerce un poco en sus estudios. Con eso nos basta.

No tardamos mucho en llegar y nos aparcamos en el estacionamiento antes de salir y entrar tomados de la mano. Tenemos que ir al salón donde Connor toma las clases.

Miro mal a los hombres que miran a mi esposa caminar entre las filas de asiento y contengo las ganas de apuñarlos con un lápiz. Cosas que tengo que soportar por tener a una mujer tan radiante. Ella tampoco colabora con su falda ajustada que le marca las exuberantes caderas y culo, la blusa de satén morado que deja ver sus perfectas tetas y esos tacones que...

Mierda, ahora tengo una erección.

Bueno, aunque viniese con una bolsa de basura ella seguiría llamando la atención. El problema son los hijos de puta aquí presentes que parecen no querer dejar de verla.

—¿Se te perdió algo? —le digo a uno sin poder contenerme más y él aparta la mirada rápidamente aclarándose la garganta.

—Oye, relájate. —Me dice mi esposa a mi lado. Pone su mano sobre la mía sobre mi muslo y veo el diamante en su dedo anular brillando y llamando la atención.

¿Si fuese más grande todos se dieran cuenta que no tienen oportunidad? Se lo cambiaré.

—Estos hijos de puta no apartan la vista de ti. —Le digo sin preocuparme de que alguien me escuche. Es más, que lo hagan. Hablaré más fuerte.

—Podría decir lo mismo de las mujeres aquí. Parece que se van a desmayar.

Me encojo de hombros porque no he visto a nadie más en esta sala. No me importa.

Las puertas se abren y Miss Nelly entra con unas carpetas en el brazo. Las deja en su escritorio y se apoya en él con los brazos cruzados y tomando un respiro antes de hablarnos. Aunque sus ojos se ponen fijos en los míos.

—¡Buenos días, papis! —¿Está tratando de ser seductora? —Gracias a todos por tomarse el tiempo de venir, trataré de ser lo más breve posible.

Comienza a hablar no sé que tanta cosa de los niños, sus trabajos y los próximos exámenes. Me desconecto por completo cuando tomo la mano de mi esposa, la que está sobre mi muslo, y la pongo sobre mi entrepierna.

Ella me mira con los ojos entornados y sonríe ladinamente antes de acariciarla. Gracias a Dios la mesa nos cubre y nadie se da cuenta. Aunque tampoco me importaría que la vieran acariciando lo que le pertenece. Gruño y mi polla comienza a despertar detrás de mi pretina, presionándose contra ella. Me da un apretón que me hace aclararme la garganta y ella suelta una risa.