| SIETE |

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Ser mamá es un trabajo a tiempo completo.

Decir que mi vida cambió cuando Connor nació es quedarme corta. Creo que no hay palabras para explicar lo que es convertirse en mamá y no lo sabes hasta que lo haces. Tus horas de sueño cambian, tus ratos libres, tus tiempos de comida, tu rutina... Todo.

Aunque debo decir que Connor no me hizo la experiencia tan difícil. Siempre fue un niño tranquilo y nunca presentó mayor problema hasta que empezó a sufrir su insomnio, que ahora está controlado. Gracias al cielo.

Pero, si mi vida había cambiado con su nacimiento, dio otro giro cuando las gemelas vinieron al mundo. Encargarse de un bebé ya era un caso y en ese momento, encargarse de dos y un niño de siete años... Un tema aparte.

Aun así, estoy segura que convertirme en madre ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. No le digan a Levi que dije eso, suele ponerse celoso y dice cosas cómo: —Lo mejor de tu vida fue conocerme, las tres pequeñas mierdas pueden quedar en segundo lugar.

Aunque estoy segura que lo mejor de su día a día es ser padre. Lo notaba cuando se tiraba al suelo para jugar con las gemelas y Connor luego de regresar del trabajo, cuando deja que sus hijas le hagan coletas en el cabello mientras juega a la consola con el niño o cuando dejaba que los tres se quedaran a dormir en nuestra cama... Sobre él.

La vida juntos ha sido divertida en los últimos años desde que Ally y Lia nacieron. Toda una aventura, he de decir. Ahora con Connor siendo un adolescente de quince años y las gemelas unas niñas de ocho, es mucho más divertido.

Más caótico.

Pero divertido.

—Lia, despierta. —Camino por su habitación, abriendo el armario para sacar la ropa que meteré a la maleta que llevarán a la casa de campo del tío Kenny. Claro que les dije ayer que se hicieran cargo pero decidieron ignorarme para atormentar la vida de su hermano mayor. Mi mamá me hubiese tirado una chancla, debo decir.

La escucho gruñir y darse la vuelta en la cama. Tomo un puñado de ropa y se la tiro encima antes de ir dónde Ally y agitarle el hombro.

—Ally, despierta.

Ninguna de las dos se mueve y salgo de su habitación para cruzar el pasillo y entrar dónde Connor. El clima está casi a cero y juro que la nariz se me congela cuando pongo un pie adentro, voy directo a las cortinas y las arrastro para abrirlas y que la luz pueda entrar, porque parece que aquí duerme un vampiro.

—Connor, arriba.

—No quiero. —Dice entre sueños.

—¿Perdona? —le digo colocándome al lado de su cama, con una mano en las caderas y golpeando en piso con la punta del pie. Eso, pose de mamá.

Abre los ojos de repente y se sienta en la cama con el cabello alborotado apuntando hacia todos lados.

—¡Nada, mamá! Voy. —Sale disparado de la cama para meterse al baño a darse una ducha. Al menos ya ha preparado la maleta que está cerca de la puerta de su habitación.

Me dirijo nuevamente a la habitación de las niñas y me quedo en la puerta viendo como siguen durmiendo plácidamente. Me lleno los pulmones de aire y...

—¡Lia y Ally Ackerman, como no despierten en este instante...! —No me dejan terminar de gritar porque ambas se tiran de la cama gritando y corriendo por la habitación, huyendo de mí. Se meten a la ducha y me meto detrás de ellas para ayudarlas a bañarse.

Han aprendido a hacerlo bien, pero cuando tienen que lavarse el cabello necesitan ayuda porque siempre se dejan espuma.

Cuando las dejo para que terminen salgo y me encuentro a Connor en el pasillo con el cabello húmedo, cayéndole por la frente resaltando el parecido con su padre. Le sonrío y me acerco para tomarlo del rostro y darle besos en la mejilla.

Una vida juntos || +18 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora