| DIECISIETE |

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| CONNOR ACKERMAN |

—¿Estás seguro que dejaras a Eren a cargo de eso, Connor? —miro a papá mientras pico la carne que hay en mi plato. Se mira preocupado mientras se empinaba la copa de vino a la boca.

—Si, papá. Me prometió que todo saldrá perfecto. Hay que confiar en él aunque sea una vez. —me meto una porción de carne a la boca. Me distraigo un momento mientras miro detrás de él a un grupo de chicas que nos miran con cierta malicia y se ríen entre sí.

—No puedo confiar en personas idiotas —papá se mete un trozo de verdura y una de las chicas suspira mientras lo mira—. ¿Por qué no le dices a alguien más?

—Porque él se ofreció y no pude decirle que no, el tío Eren quiere ser útil, —se encoge de hombros y continúa comiendo.

Desvío la mirada de nuevo hacia sus espaldas, las chicas siguen mirándonos sin ningún tipo de vergüenza. Una de ellas me guiña el ojo y otra lo hace seguido de un movimiento de cabeza, señalando a mi papá.

Me empiezo a poner nervioso.

—Oye, hay unas chicas mirándonos.

Le susurro y él me mira con su típica expresión de «sinceramente, me importa una mierda toda la vida en general.»

—Ignóralas.

—Creo que le gustas a una de ellas. No has perdido el toque ¿eh? —sonríe levemente mientras bebe otro sorbo de vino. Continuamos comiendo mientras hablamos de la propuesta de matrimonio a Marie.

Tengo todo organizado y todo gracias al tío Eren que amablemente se ofreció a encargarse. Se veía tan entusiasmado cuando me lo propuso que no me pude negar, además había estado al pendiente de mí y contándome sobre todo lo que tenía preparado ¿qué podía salir mal?

Nos retiran los platos y nos llevan el postre. Para mi una porción de pastel de chocolate y un café, para papá solo un té.

Revisa la hora en su reloj y frunce el ceño.

—Las loras ya se tardaron mucho.

—De seguro se metieron a una tienda o algo así, ya sabes como son.

Asiente y continuamos con la conversación, hablamos sobre sus planes al retirarse de la empresa y dejarla a cargo de un buen tipo a quien le tiene mucha confianza. Al parecer, seguiríamos siendo los accionistas mayoritarios y podrían seguir con su buena estabilidad económica gracias a los dividendos que recibirían.

Eran sus últimos meses en la empresa y sentía extraño hablar de eso con él. Recordaba cuando era niño y me llevaba a su oficina cuando mis abuelas no podían hacerse cargo de mi por algún motivo.

O cuando regresaba de trabajar y se sentaba a jugar conmigo o simplemente a ver alguna película. Era increíble como el tiempo pasaba, las cosas cambiaban, las personas que creíamos que jamás se irían se van, cómo mi abuela Kuchel o el tío Kenny.

Primero fue la salud del tío Kenny, que poco a poco se deterioró por el estilo de vida que llevaba y que para su edad no había sido alentador. Unos años después, mi abuela Kuchel. Me culpé por tantas noches aún después que papá me dijera todas esas palabras de aliento.

Pero culparme no la traería de vuelta.

Pero algunas cosas persistían y se mantenían sólidas, como el amor de mis papás, nuestra familia, nuestros amigos.

—Mi abuela Kuchel... hubiese querido asistir a mi boda. —mi papá me mira y suspira.

—No soy bueno con esa mierda Connor, pero... Tu madre diría que, tu abuela estará contigo en cualquier momento, aunque no la puedas ver.

Una vida juntos || +18 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora