Nadie me conoce lo suficiente

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- ¿Está todo bien? - Celia observó con cariño a Rosa y asintió sintiéndose muy ansiosa.

Paseó la vista por toda la estancia y respirando profundo se integró a las conversaciones, más sin embargo su mente viajaba cada tanto a su esposo y rogaba que las intenciones del padre de John se vieran frustradas.

Veinte minutos más tarde se levantaba de la silla para despedirse de las últimas mujeres que la acompañaban, si aquellas mismas que antes la excluían en sólo dos horas se habían convertido en unas señoras muy amables, Celia rogó a los cielos que no sólo fuera hipocresía y que ya no tuviera que preocuparse por ellas. A su mente acudió nuevamente la imagen de John en los brazos de la camarera y salió tratando de mantener la calma, más cuando hubo cruzado el umbral allí estaban él con una sonrisa radiante y ese cabello rebelde que tanto amaba, sin pensarlo dos veces se lanzó a sus brazos y lo apretó con fuerza mientras escondía su cabeza en su pecho, John la abrazó y comenzó a sobarle la espalda.
- ¿Todo bien? - Celia se debatió entre decirle o no de las intenciones de su padre, sabía que debía decírselo, pero decidió no hacerlo en ese momento.
- Si, solo te extrañé un poco - John sonrió complacido y le dio un beso en la frente.
- Ya no tenemos más compromisos hasta la noche ¿qué quieres hacer?
- Me encantaría ir a esa playa que es exclusiva para nosotros - John tragó fuerte y le dedicó una de esas miradas que le llegaban a lo más profundo de su cuerpo.
- Muy buena idea, hay una tienda de trajes de baño cerca de las oficinas administrativas ¿quieres ir por uno?
- ¿Piensas que me hace falta? - preguntó coqueta, disfrutó ver como en la frente de John se dejaba ver una ligera capa de sudor, se apiado de él y sonriéndole permitió que la guiara hasta esas dichosas tiendas.

John la observaba mientras ella se probaba el quinto traje, cada uno más atrevido que el anterior, estaba disfrutando mucho de las expresiones de John.
- Sé lo que estás haciendo ¿y sabes qué? No es justo - Celia sonrió con suficiencia.
- Pensamos lo mismo - John se llevó las manos a la cabeza y suspiró exasperado.
- Vamos Celia - luego volteó hasta la chica de la tienda y le extendió su tarjeta - nos llevamos todos los conjuntos que se probó mi esposa - la chica disimuló mal su emoción y salió rápidamente de los probadores.
- No es necesario gastar tanto, sólo pensaba llevarme el primero - John la miró ceñudo. 
- Vas a terminar cediendo en esto, llevamos con esta gente solo unas pocas horas y todo lo que me dicen es que somos el uno para el otro - Celia sintió como sus hombros descendieron y esa actitud coqueta fue sustituida por las verdades que tanto conocía. 
- Ellos no me conocen John, solo han visto una representación,  no puedes confiar en opiniones basadas en una mentira.
- Puede que ellos no te conozcan, pero yo sí - Celia negó con la cabeza mientras John la atraía hacia él.
- No me conoces John, nadie me conoce lo suficiente para entenderlo - John atrajo su cabeza hasta su pecho.
- No necesito conocer tu pasado para saber que eres una mujer generosa,  considerada, eres espléndida,  no sé cómo lo haces, pero en menos de veinticuatro horas te has metido en el bolsillo a todos los miembros de la junta y a sus esposas, mi madre te adora... - Celia no lo dejo continuar.
- Solo ven la fachada - John la soltó molesto.
- ¿Porque te empeñas en menospreciarte? ¿Porque tienes que desechar todo lo bueno que te pasa? ¿Porque no me dejas amarte?
- ¡Por qué en cuanto sepas quien realmente soy y lo que he hecho no querrás saber nada de mí! - suspiró resignada, justo cuando empezaba a pensar que podría pasar unos días alejada de su pasado, la vida volvía una y otra vez a recordarle quien era y a donde pertenecía - no quiero seguir con este tema, ¿nos vamos, o vas a estarte allí parado toda la tarde?


John la observó incrédulo,  Celia deseaba que finalmente comprendiera que no podían tener un futuro juntos y le concediera esos pocos momentos que ella le pedía, pero él se empeñaba en complicar las cosas e insistir en un imposible, si, se la estaban pasando bien, mejor de lo que había imaginado que se la pasaría rodeada de tanta gente rica, pero eso no significaba que era buena para John.

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