- ¿Ronald regresó? – preguntó John a Jesús quien entraba a la habitación con cuidado de no despertar a Celia.
- No señor, pero el comisario está aquí y quiere hablar con usted y su esposa - John negó con la cabeza.
- No la despertaré, tendrá que venir después a hablar con ella, pero yo si voy a salir, necesito que mientras este con él estés aquí con ella - Jesús asintió.
- Yo quiero hablar con ese polisucho, dile que pase Jesús - John hizo rodar sus ojos oyendo la voz de su esposa, en ocasiones sentía deseos de ponerle un tirro en la boca de forma que se estuviese callada un rato y así no inventara nuevas formas de contradecirlo.
John solo asintió a Jesús y este salió del cuarto en busca del oficial. Celia se desperezó de esa forma tan sensual que solía hacer y John respiró varias veces, comenzó a repasar las heridas de su mejilla para tranquilizarse, no era fácil verla tan vulnerable y no poder llenarla de abrazos y besos por temor a hacerle sentir dolor.
- ¿Que tanto miras? ¿Tan mal estoy? - Celia intentó en vano arreglarse el cabello - ¿porque pones esa cara? - porque desearía que no estuviéramos en un hospital y no estuvieses tan lastimada para sentirte entre mis brazos y que cada cosa en mi mundo esté en su lugar, pensó John, pero en lugar de decir eso solo la regañó.
- Aún no estás en condiciones de andar llevándome la contraria - le advirtió acercándose a ella y besando su frente, Celia le sonrió y John reconoció que aún con heridas era la mujer más hermosa sobre la tierra.
- No todo se trata de ti - suspiró y tomo la mano que John estaba utilizando para repasar el contorno de su mejilla y le dio un beso en la palma - quiero saber sobre los atacantes.
- Y tienes todo el derecho, solo que ahora mismo necesitas descansar - Celia sonrió.
- y según tu ¿cuándo debería integrarme al resto de los mortales? - John sacó cuentas en su cabeza y sonrió.
- En 2 años quizás - Celia frunció el ceño.
John estaba seguro de que por su expresión se había perdido en su chiste privado, pero aún y cuando le hubiese gustado seguir en esa tranquila y coqueta conversación los toques en la puerta les anunciaron que ya no estaban solos.
- El comisario Araujo - presentó Jesús al hombre que caminó seguro hasta donde estaba John y ofreció su mano, este la tomó.
- Señor Arocha - John asintió.
- Esta en la señora Arocha - John comentó permaneciendo al lado de Celia, el hombre la observó con una amabilidad que no llegaba a sus ojos, John se tensó.
- Excelente, tengo un par de preguntas que hacerles.
John notó que Jesús también compartía su animadversión por el comisario, este le hacía preguntas a Celia y ella contestaba sin dudar, pero el hombre parecía decidido a exprimirla con sus preguntas recurrentes, John intervino cuando vio una ligera capa de sudor en la frente de su esposa.
- Ya es suficiente comisario, mi esposa no se encuentra en condiciones de estar contestando preguntas - John vio en el hombre la intención de replicar, respiró profundo antes de cometer una tontería y lo miró con dureza.
- Entiendo que la señora ahora no está en sus mejores momentos, pero... - John apretó con fuerza sus manos, pero la voz de Celia lo distrajo.
- Gracias por la sutileza oficial, sé que mi aspecto es terrible, pero yo también tengo unas preguntas para usted y espero que me de la misma colaboración que yo le he prestado - se incorporó un poco - ¿que saben sobre los hombres que me atacaron? ¿Quién los mando y porque?
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Lecciones de Amor
Chick-Lit¿Puede un corazón acostumbrado a la decepción confiar en el amor? Celia esta convencida de que en la vida no se puede esperar nada de nadie, aprendió desde muy niña que las personas como ellas no son capaces de retener a alguien a su lado por mucho...