Entre hombres verdaderos y falsos cobardes

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Celia salió del salón donde los  presentes ignoraban por completo el deseo inmenso que sentía de clavar sus recién limadas uñas en los ojos de esa fulana, buscó con la mirada el sitio de donde hacía unas horas había visto salir al servicio, fue hasta allí y se detuvo en la entrada al escuchar unas risas.

-          … tenías que ver su cara, es un caramelo ese hombre, y por lo que pude percibir indiferente no le soy, si no fuese por la mujercita ahora mismo estaría pasándomela a lo grande con él – comentó la tipeja con suficiencia ante sus interlocutoras, quienes la animaban con sus risas y virotes, al parecer la chica había hecho toda una hazaña, bien, quedaba de lado de Celia acabar con su celebración.

-          ¡Buenas noches! – se anunció atravesando la sala, las sonrisas se apagaron y la chica que antes parecía tan valiente ahora mismo la observaba con cierta aprensión, Celia debía ocuparse primero del público para luego encargarse de esa atrevida mujer – Señoritas debo pedirles que me dejen a solas con… - no sabía su nombre e intentó que su gesto le diera a entender que se refería a ella – ¿podría alguna de paso pedirle a la Sra. Jones que la necesito aquí? por favor – agregó una falsa sonrisa para terminar de espantar a las demás camareras, que huyeron de su presencia dejando a la pobre valiente a su suerte, por Celia estaba bien, así tal vez esa ilusa chica aprendía que, cuando te portabas como una arrastrada, no pasabas de ser eso, ella podía decirlo por experiencia propia.

-          Señora si ha venido por el incidente con su esposo, sepa que lo lamento mucho, no fue mi intención – Celia le hizo callar, no había nada que odiara más que la mentira, en eso se diferenciaban, ella era incapaz de bajar la cabeza luego de hacer algo, ella sabía que sus actos tenían consecuencias y esta tendría que pagarle haber puesto las manos encima a, nada más y nada menos que, su hombre, y más cuando había sido advertida, no directamente, pero si le había dejado en claro que no soportaría ese comportamiento.

-          ¡Eres muy tonta o definitivamente demasiado codiciosa! – la chica abrió mucho los ojos y negó con la cabeza, Celia no lo soportó – por si no entendiste con la primera y segunda advertencia no voy a permitir que le pongas una mano encima a mi marido, y como se ha demostrado que no entiendes por las buenas, no me queda más que mostrarte el camino a la salida – esta vez la chica levantó la barbilla altiva.

-          Usted no tiene la autoridad para botarme, yo estoy aquí por órdenes de Antonio Arocha – eso fue todo lo que necesitó Celia, había detenido sus impulsos pues la mosquita muerta se mostraba débil ante ella, pero ahora que mostraba sus dientes de perra, estaban al mismo nivel, ella podía ser más perra que cualquiera.

En un movimiento más que aprendido la sostuvo por los cabellos mientras agarraba sus manos con fuerza en su espalda.

-          Lo que es mío se respeta, a mí no me vengas con altanerías porque haré que salgas en peores condiciones si lo prefieres, no quiero, óyeme bien, no quiero que te le acerques a mi esposo nunca más, no me conoces y no sabes de lo que soy capaz, ahora mismo me estoy conteniendo para no arañarte la cara como mínimo, así que no pongas a prueba mi auto control – la soltó empujándola hacia los casilleros – recoge tus cosas, arreglaré tu despido con la señora Jones, esta demás decirte que no te quiero merodeando por el complejo, esperas a que la señora Jones venga con tu cheque y abandonas el complejo inmediatamente – se dispuso a salir del pequeño cuarto al tiempo que veía a la siempre inmácula señora Jones.

-          Sra. Arocha me comunicaron que deseaba verme ¿en qué puedo servirle? – Celia se vio obligaba a poner su porte más altivo.

-          Debo pedirle que se encargue de que la chica que la espera allí dentro – señaló a su espalda – abandone el complejo lo mas rápido posible, asegúrese de que reciba su paga como es debido y por favor que no tenga que verla más  - La Señora Jones fiel a su labor solo asintió y entró al salón sin más.

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