El principio de nuevos comienzos

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Celia escuchó los toques de la puerta e intentó estirarse pero no pudo el peso del brazo de John en su cintura y sus piernas entrelazadas la tenían presa, al otro lado de la puerta escuchó susurros, se incorporó y observó a su esposo gloriosamente desnudo aferrado a su cuerpo también desnudo, el cubrecama estaba enrolado en el piso y no podría alcanzarlo sin despertar a John, agradeció oír la voz de grave de Jesús advirtiéndole a la señorita Carrillo que ambos señores estaba en la habitación y era mejor no molestarlos, respiró tranquila cuando escuchó un par de pasos alejarse apresurados.

- Deberíamos levantarnos - escuchó a John mientras la apretaba más contra sí, Celia sintió como todo el aire salía de su estómago, luego John aflojó el agarre - conozco una forma para comenzar el día lleno de energía - Celia no pudo evitar que una risita se escapara de su garganta al parecer su esposa tenía unas reservas de energías infinitas.

Una hora más tarde Celia tomaba una ducha mientras intentaba mantener a raya las manos de su esposo:

- Si quieres que esté lista en 20 minutos deberías colaborar un poco - John gruñó.

- Podemos cambiar los planes - luego el mismo agregó - no, no podemos, pero entonces tendré que desistir de bañarnos juntos - sacó una pierna robándole un beso y después de darle una sonora nalgada y huyo gritando - Apúrate - Celia intentó darle alcance con su brazo para devolverla la cortesía, pero no lo logró así que se dedicó a terminar de bañarse con una sonrisa tonta en la cara, definitivamente John y el embarazo iban a acabar con ella antes de final de mes.

Después de una ducha que le ayudó a relajar algunos músculos adoloridos se vistió con una vestido fresco y un par de sandalias bajitas, hacia un tiempo precioso así que toma un sombrero y salió por un poco de comida sentía un hambre tremenda a pesar de que John se había encargado de alimentarla durante toda la noche, sabía que necesitaría un par de siestas para poder recuperarse totalmente de la noche anterior.

Esperó encontrarse con Jesús en la sala pero no lo halló y tampoco encontró a la señorita Carrillo por ninguna parte, al que si encontró fue a su esposo de cabeza en el refrigerador engullendo todo lo que encontraba a su paso.

- ¿Dónde están los demás? - John sacó la cabeza del refrigerador limpiando unas migajas de torta de la comisura de su boca, Celia pensó que podría ayudarle pero luego no saldrían de allí nunca.

- Les di el día libre - Celia sonrió sin poder evitarlo, John parecía tan relajado y feliz como hacía tiempo no lo veía - les dije que posiblemente quería aprovecharme de mi esposa en la encimera de la cocina y que no quería testigos - instintivamente Celia huyo, pero no llego muy lejos pues John ya la sostenía de la cintura besando su cuello y llenándola de dulce en el proceso.

- Tengo que comer algo John - John paró de besarla y suspiró.

- Ok, la señorita... te preparo ensalada de frutas y unas tostadas - la levanto en vilo y la llevo hasta la encimera de la cocina y empezó a alimentarla el mismo Celia sentía que se moriría de amor por ese juguetón John que tenía en frente.

- Creí que estabas apurado - le dijo mientras él le ofrecía fruta de su propia boca, John le dio un profundo beso con sabor a melocotón y luego le habló.

- Estoy pagándoles una pequeña fortuna así que pueden esperarnos un poco más - Celia enarcó una ceja - todo a su tiempo princesa.

Celia se entregó entonces a disfrutar de ese deliciosos desayuno y algo más.

- ¿Puedo preguntar a donde nos dirigimos? - John sonrió de lado.

- Puedes intentar adivinarlo - se encogió en hombros dedicándole una mirada pícara, Celia no era buena con las adivinanzas y más cuando no tenía ni idea de donde se encontraban, no conocía para nada esa parte d ella ciudad.

- Ok - se llevó el dedo índice a los labios meditando - ¿tiene que ver con la empresa? - John sonrió y negó con la cabeza - ok, entonces ¿es algo para nosotros? - John asintió - ¿es una cita? - preguntó emocionada - John movió la cabeza hacia los lados sopesando su respuesta.

- Si, pero incluye a más personas además de nosotros - Celia frunció el ceño.

- ¿Es un restaurante? - John negó divertido - ¿cuánto tiempo llevas preparándolo? - John la miró extrañado.

- El tiempo suficiente - Celia lo miró tratando de leer entre líneas, John no era del tipo de preparar algo, siempre alguien lo hacía por él, usualmente daba órdenes y quería saber que tan involucrado estaba en esto.

- ¿Es un proyecto tuyo? - John asintió y luego agregó.

- Es un proyecto mío - luego la observó con picardía - pero me han ayudado.

- ¿Quiénes te han ayudado? - John dudo antes de contestar.

-Susy, mi asistente, y Sara - Celia sintió como el estómago se le revolvía, la sola mención de la chica la ponía nerviosa, si bien John podría jurarle fidelidad eterna sabía que la intención de la chica no era la de ver los toros desde lejos - no pongas esa cara - le advirtió John - y evita molestarte, estarás gastando energías innecesarias - eso ultimo confundió a Celia.

- ¿Cuento tardaremos allí? - John le tomó la mano y se la beso.

- Si tengo suerte no volveremos en un rato...

- ¿Falta mucho para llegar? - John negó y se adentró en una zona boscosa.

Celia observó como los arboles cuidados a los lados de la carretera iban abriendo paso a un césped bastante cuidado también, el aire que se respiraba era puro y limpio y cerró los ojos disfrutando de la tranquilidad que le aportaba la naturaleza, sintió que John le apretaba la mano al tiempo que el carro se detenía.

- Hemos llegado Princesa - Celia se incorporó abriendo los ojos.

Algo parecido a una mansión de lo más hermosa se veía un poco más allá de una caminata de piedras, John bajo del auto y la ayudó a hacer lo mismo.

- ¿Qué te parece? - Celia lo miró confundida.

- ¿Vamos a comprar esta casa? - John sonrió.

- Por ahora no, pero si así lo quieres creo que la asociación de golf también debe tener un precio.

- Oh, ¿es un campo de golf? - John la instó a caminar.

- Es un club que pertenece a la asociación de Gol del estado, tiene muy buenos terrenos y están acondicionándolo para convertirlo en un campo de golf.

- ¿Jugaremos Golf? - John sonrió con más avidez.

- No, relájate ¿sí? terminemos de entrar y hablaremos - Celia no le quedó más que asentir.

Caminaron hasta a entrada de la casa y John la acercó un poco a él, le dio un beso dulce.

- Pensándolo mejor te pregunto algo antes de entrar, pero no aquí, no quiero que nadie nos interrumpa - Celia sintió como su incertidumbre crecía mientras un extraño sentimiento se instalaba en su estómago, la expresión de John era tierna, pero también veía señales de inquietud, la llevo a un árbol y la insto a sentarse, Celia lo agradeció, necesitaba un poco más que la estabilidad que sus pies para encarar a ese John tan misterioso.

- Me estas poniendo nerviosa - John le dio otro beso sentándose muy cerca de ella y entrelazando sus piernas.

- Lo sé, perdón, pero no importa por todo lo que hemos pasado, sigue siendo un poco difícil preguntar cosas como estas - Celia rodó los ojos, tenía la cabeza hecha un rollo y el seguía extendiéndose, sintió como John tomaba ambas manos entre las suyas y la miraba con adoración y todo su cuerpo comenzó a temblar, cada vez que John utilizaba esa arma su vida daba vuelcos enormes.


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