Una noche de perros

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Celia observaba el tejido de la camisa de John enfurruñada, no necesitaba ser llevada en brazos, no por sentirse débil en todo caso.

- Ya casi llegamos - anuncio John, Celia estaba más que sorprendida por la tranquilidad en su voz, estaba delgada pero aun así lo consideraría más humano si mostrara aun y cuando fuera un signo de cansancio, disimuladamente toco las músculos de sus brazos y espalda y tuvo que reconocer que parecía aun mas definido que la última vez que habían estado juntos.

Observó de reojo como John intentaba sin éxito reprimir una sonrisa y sintió pena al verse descubierta toqueteándolo.

- Sigo pensando que es mala idea esta de quedarme en tu casa - John bufo pero no emitió otro sonido, le molestaba esas ocasiones en las que sentía que él se abstenía de hablar como si ella fuera un caso perdido - mi bolso ¿lo trajiste? - John la miro con una expresión cansada y luego asintió sin esforzarse por gastar palabras con ella - ¿podrías decir una maldita palabra? - le grito histérica.

- Te dejare en la habitación para que descanses - esto era el colmo.

- ¿Dónde dormirás tú? - John hizo rodar sus ojos.

- En la habitación de invitados - sobre su cadáver, pensó Celia.

- De ninguna manera...- John la observó con evidente molestia, si lo estaba molestando pues se lo merecía pensó.

- Ambos necesitamos descansar, ha sido un día largo - Celia le concedió razón a sus palabras.

- Y que lo digas - Pero no quería dormir sola ¿no podían compartir la misma cama y dormir abrazados? por lo menos saber que estaban en la misma habitación para ella servía - Me gustaría que te quedaras aquí conmigo - apelo a ese lado tierno que tenía esperanzas aun conservara.

- No creo que sea buena idea - John parecía fuera de sus trece o a punto de salir de ellos.

- Me daré un baño - necesitaba jugar sus cartas y con ese olor a hospital no lograría nada más que lastima - Me pasas mi bolso por favor - le pidió cuando finalmente la dejo en el piso a unos pasos del baño principal,, amaba a ese baño, tenía una tina que le traía muy buenos recuerdos.

- Claro - John salió de la habitación y al poco tiempo regreso con su bolso, se lo entregó y le anuncio que estaría en la cocina preparando algo para cenar ¿John cocinando? eso sí que era nuevo.

Al oír la puerta cerrar observó el bolso en sus manos debatiéndose, quería ir hasta la cocina y ver por ella misma lo que John podía hacer, pero por otra parte quería darse un baño y dejar de aparentar ser una debilucha.

Se decidió por el baño, sin descartar la otra opción por completo, le tomaría poco tiempo bañarse y arreglarse, luego saldría y verificaría por ella misma lo que John era capaz de hacer, sonrió al pensar que posiblemente calentaría una pizza en el microondas.

Al entrar al baño suspiro, no había lugar en esa casa que no gritara que John era el dueño, su olor emanaba de cada superficie, pero en el baño todo era más intenso, aspiró profundamente, tenía que acostumbrarse a ese olor quizás así podría dejar de caer rendida a sus pies cada vez que lo tenía cerca.

Se despojó del vestido, mirándolo con Ironía, se suponía que ese vestido le ayudaría a conseguir sus objetivos,  nada más alejado de su triste realidad, lo dejo en el suelo y entro a la ducha, abrió la llave del agua fría y sintió como la temperatura le revivía cada célula de su cuerpo, necesitaba más que nunca sentirse fuerte, vivaz.

Le toco asearse con los artículos de John, al salir de la ducha sonrió al secarse, ella quería parecer atractiva y allí estaba sin sus cremas y perfumes, saco de su bolso el conjunto que había elegido para esa noche y se lo puso consiente de que si eso no funcionaba, nada lo haría.

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