Cubriendose las espaldas

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Celia se levantó y observó a John desde su pecho, le gustó despertarse y tenerlo tan cerca, hizo inventario y notó que solo llevaba ropa interior, sabía que no había pasado nada y eso no le hacía sentir nada agradable, ya empezaba a dudar de la atracción que John podía sentir por ella, por todos los cielos, estaba sobre su pecho prácticamente desnuda y absolutamente consiente del efecto de su piel contra la de él, intentó levantarse pues no sentía sano seguir poniéndose en esa situación a sabiendas de que no obtendría lo que deseaba, mas ese intento se vio frustrado, pues el brazo de John se cerró sobre su cintura acercándole aún más a él, Celia suspiró sin saber si John seguía dormido o ya estaba despierto.

- Es temprano aun, duerme – Celia frunció el ceño al sentir ese tono autoritario en su voz.

- Necesito arreglarme ¿Qué hora es? – John no hizo ningún intento para moverse.

- Temprano Celia puedes descansar otro rato, anoche sobrepasaste tus fuerzas, hoy será un día difícil ¿no estas cómoda? – Celia bufo.

- Te la tienes muy creída ¿cierto? – Una sonrisa que amaba brotó de los labios de John.

- No, juzgo por mi condición – la atrajo hacia arriba para tenerla su altura – me encantaría pasar el día aquí contigo, así, teniéndote muy cerca – acercó sus labios a los de ella y le dio varios besos muy dulces.

Celia se acomodó y siguió su consejo, cerró sus ojos y en poco estaba profundamente dormida. Sintió que solo habían pasado unos pocos minutos cuando el calor del cuerpo de John la abandonó, abrió los ojos a regañadientes, disfrutó del panorama que le ofrecía ver caminar a John en bóxer por todo el cuarto, lo vio buscar algo en la cómoda, luego marcar su celular y escuchó una conversación con quien ella creía debía ser su asistente, se sentó e intentó despejarse, estaba más descansada pero aún se sentía engarrotada, se levantó de la cama, y se dirigió al baño, corrió la cortina y abrió el grifo, quería calibrar la temperatura exacta para terminar de espabilarse y destensarse un poco.

Al salir de la ducha se sentía más relajada y más despierta, John aun hablaba por teléfono desfilando en ropa interior, Celia sintió la tentación de sentarse y disfrutar del espectáculo, pero sabía que John lo hacía a propósito, así que ubicó lo que usaría ese día, en el proceso de vestirse y arreglarse, John término su llamada.

- En 15 minutos deberíamos estar en el desayuno – le advirtió en cuanto se acercó a ella, John le guiñó un ojo y le dio un corto beso.

- Pues debes apresurarte pues en 10 minuto te esperaré abajo – Celia le miró sin dar crédito a lo que escuchaba, a sabiendas de que él podía arreglarse muy rápido.

- Ok, entonces déjame arreglarme – de un empujón le alejó y, como ya era una costumbre, le sacó la lengua a su espalda.

Al llegar a restaurant donde ya todo estaba dispuesto para servir el desayuno, Celia notó con molestia que la chica que estaba más cerca de la mesa destinada a la presidencia era la misma chica a la que tuvo que despedir de la fiesta la noche pasada, suspiró y decidió mantener una actitud calmada pero alerta.

El desayuno trascurrió sin mayores percances más allá del coqueteo evidente de la chica hacia John, quien, para orgullo de Celia, ignoró por completo tal actitud y luego de varios intentos fallidos decidió desistir, Celia se sentía como en casa de la mano de John, quien aprovechaba la mínima ocasión para besar su mano, acariciar su espalda, peinar su cabello con los dedos, servirla, en fin, todo un esposo enamorado. Celia deseaba, en ese momento más que nunca, que todo aquello fuera su vida y no una gran farsa, pero se propuso aprovechar cada momento y atesorarlo en su corazón, nunca nadie podría llegar a su corazón de la forma en la que John lo había hecho, a fuerza de cariño, dulzura, amor y pasión, más que contenida, pero si existía y esa miradas profundas que en más de una ocasión le dedicaban, eran prueba fehaciente de ello.

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