Bostezo ya en su cama, eran las siete de la mañana cuando sus docellas entraron a verla.
Realmente hubiera querido quedarse en cama durante mas tiempo despues de todo las reuniones de hoy no le apetecían.
Ya lista con el vestido correspondiente bajo, su famila ya se encontraba en la mesa, se sentó e inicio a ingerir los alimentos.
-La plaza se llenará de alegria y color, espero que luego del desayuno se alisten para marchar.
El pueblo siempre tenia dias festivos y esa no era la ecepción, todos lo años el castillo se llenaba de cosas con todo tipo de colores y cada año las dos hermanas restaban al tiempo para poder salir.
La festividad de los colores.
Dia el cual se celebraban las convivencias de el pueblo y monarcas, al igual que las relaciones. Matrimonios, relaciones, compromisos salían también.
Duraba la tarde entera, y aunque hace un año las dos compartian la misma emoción una de ellas noto que no era así. Isabella veia a su hermana cabizbaja, jugando la comida y los pesamientos perdidos.
-Hijas mias ponganse el vestido mas colorido y alegre que tengan.
Las dos princesas sabía que no podían escapar ante las decisiones de su madre.
Gabriel escuchaba a su reyna parlotear haciendole sonreír pero su felicidad desaparecia al ver a una de sus hijas sin ánimos.
Annie sin decir nada salió para ir a su habitación.
-¿Que es lo que le pasa?- pregunto.
-Ayer en la entrega de obsequios no recibió nada sólo una flor- apenada dijo Bella.
-¿Como pudo pasar?
-Debieron de haber revisado aquellas cosas, tal vez Annie no estuviera tan triste.
-Tu...
-Isabella sólo recibió lo que le mandaron, nada de esto es su culpa ¿como ibamos a saberlo?
-No habla desde ayer y me preocupa.
-Hablare con ella- anunció Gabriel.
-Padre, no seas tan duro- pidió Bella.
❇
Su docella peino y maquillo a la princesa omitiendo los rasgos decaidos y tristes en sus facciones.
-Esta muy bella, mi princesa- anunció cuando acabo.
La doncella recogio sus cosas mientras al salir miraba los ojos brillantes de su princesa, ¿habia hecho algo mal?, penso y se fue.
Frente al espejo Annie se miraba interrogandose cuáles de sus características faciales les parecio orrenda a los pueblerinos, ¿seran los cachetes que tenia en vez de pomulos profundos y marcados como los de su hermana? O ¿El color de sus ojos tan comunes y no diferentes a los de ella?. Queria sabelo para poder cambiarlos.
Su padre arribo en su habitacion, le habia llevado pastelitos para que compartieran, ¿quien como el, que cada vez que su niña se sentía mal lo hacia?.
Su Annie le sonrio, llendo hacia el para aceptarlos, se sentaron en la pequeña sala que tenia alli.
-Tu madre me contó lo que paso ayer y no quiero que te sientas mal.
-Al igual que mi hermana he esperado para esto toda mi vida, padre- dijo dejando en el plato el pastelito.
-Y lo se, pero no sabemos como reaccionara el pueblo, talvez simplemente este sea el año solo para tu hermana.
Era injusto, incluso cuando sus padres le habian dicho cuan adoracion y espera tenia el pueblo por conocerlas.
-Y ¿que hay de mi?- pregunto.
-Llegara tu tiempo, hija- salio dando terminada su conversación.
❇
Tanto madre he hijas llegaron al pueblo, todos brincaban, bailaban y cantaban, Bella sentia tan lejos la presencia de su hermana, queria hacercarse y tomarla de las manos para llevarla de aqui para alla pero dada el caso de su reaccion algo la detenia.
-Bien, caminemos- anunció su madre quien detras de ella venian sus hijas.
Annie cada tanto se perdia admirando pequeños objetos que vendian, las mujeres del pueblo le sonreian e invitaban a comunicarse.
-Le quedara hermoso en usted mi princesa.
Era una diadema de flores enredadas entre sus propias ramas, envuelta en oro blanco.
-Es muy simple busquemos otro que este a tu altura- pronunció su madre quien no espero que dijera algo, se alejo.
Realmente a ella le habia encantado.
Se alejo del lugar mientras se incorporaba nuevamente al grupo de su madre, veia cosas bellas que queria tener pero su madre siempre le decia que eran poca cosa y que ella no lo merecia. Su hermana en cambio aceptaba todo lo que su madre mostraba, eran objetos tan relucientes y llamativos que dejaban maravillados a todos.
-¡Princesa! ¡Princesa Annie!- gritaton desde lejos, una vendedora venia corriendo.
Los guardias se pusieron en posición, cerrandole el paso a la intrusa quien venia hacia ellas.
Su madre dio permiso para que dejaran a la mujer pasar, esta hizo una reverencia antes de hablar.
-Princesa Annie, han hecho una compra para usted.
Annie asonbrada por sus palanras s eacerco a ella, el paquete contenia nada mas y nada menos que la tiara que habia visto unas horas antes. Sonrió acariciando la superficie dejando un buen sabor de boca por la salida.
-¿Quien la manda?- pregunto la reyna.
-Anonimo mi señora- contesto- Solo pago por el y se fue.
-¿Como era?- quiso saber Annie.
-Bueno, la verdad es que iba cubierto, lo siento señorita.
Eso la desanimo un poco, el no saber quien fue el que le regalo ese detalle la dejaba con ansias, de pronto todo aquello pasado vino hacia ella, ¿y si talvez fue Dante?, no era seguro pero era el unico quien habia notado su presencia regalandole una sonrisa.
No imaginaba a otro hombre haciendole estos detalles... Por ahora.Eve.P.B.
ESTÁS LEYENDO
¿Por qué no soy ella?
RomanceAnnie e Isabella, princesas de las tierras del norte compartían muchas cosas, mellizas que toda su vida habían sido educadas para saber ser hijas del rey y próximamente esposas. Las dos hermanas habían crecido con historias de amor, bellas y carente...