XXV

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-¡Es imposible, padre!- chillo la chica.

Estaba que esplotaba de furia, tal verguenza no la queria la odiaba, e iba a vergarse d elo que Kastian le habia hecho.

-Es que no puede solo cancerlar la boda, esto, esto...¿que vas hacer?- le pregunto ella al señor cuya fastidies mostraba en cada poro de su piel.- Padre tienes que hacer algo, el no puede desafiarte asi! Tienes que amenazarlo, o suplicarle que debe casarse conmigo. ¡Padre!

El hombre habia tenido una mañana agradable fuera de su reino y justo luego de poner un pie en sus tierras su querida y adorada hija habia ido hacia el como pegamento.

-¡Fui y tubo el descaro de decir que no se encontraba!- se rio ironicamente- Cuando había llegado hace solo dos diaz atras.

Las doncellas bajaban la cabeza pues los gritos de la señorita no hacian más que asustarlas.

-Para Sara- pidio por primera vez.

-¡Es que no!, ¡lo odio!- gritaba mientras su padre le pedia que hiciera silencio- Lo odio por ser tan jodidamente sexi, con su cara perfecta y ese cuer...

-¡Basta!- Sara habia quedado estatica en su lugar, las doncellas brincaron y con el grito aun consumiendo sus oidos, el silencio se hizo- Es el rey, el pone las reglas y condiciones, tenemos que abstenernos a eso, asi que no te quejes y ve a tu habitacion, que aun debemos ver sobre tu nuevo prometido.

-Yo no quiero un nuevo prometido, padre- susurro aun teniendo abajo su cabeza- Se supone que tu poder casi iguala al de el, debe haber algo que diga que no puede romper con esto.

-Sara, escuchame bien- su hija lo miraba molesta- Kastian esta casado, lo hizo en el vieje que realizo hace unos meses atras asi que no hay nada que podamos hacer mas que aceptar el hecho de que el ya no te pertenece.

-¡Jamas! ¿Como pudo?- chillo nuevamente brincando en su lugar- ¡Padre!

El ruido sonoro del golpe resono en todas partes, su padre la habia golpeado.

-Si tu madre te viera, - se agarro las sienes- comportate como lo que eres; una duquesa y no me obligues a enviarte lejos...

Sentencio por ultima vez antes de salir de alli.

Sara no amaba a su padre, lo detestaba no solo por lo que hizo sino porque creia que era un tonto sin altura, mientras ella soñaba en grande el se conformaba. Y lo odiaba porque queria llevarsela al mismo lugar donde el estaba.

El dolor lo habia suprimido hace mucho, cuando su madre murió lo único que le quedo fue su padre pero este en vez de quererla cerca la habia mandado lejos, y cada tanto mandaba cartas a sus cuidadoras para decirle que debia ser una excelemte duqueza.

Todo era un teatro, el hecho de que ella hiciera berrinches o chillara llorando, solo era diversion. Amaba ver como su padre se retorcia dentro de su propia sangre y como otros no querían ni verla.

Pero el hecho de que le metieran a la cabeza por tantos años que seria la esposa de un rey grandioso y poderozo, la hizo querer mucho mas, creia que su vida estaba resuelta, pero no. 

Alguien habia llegado para arrebatarle lo que fue suyo y no se iba a quedar con las ganas de desacerse de quien fuera para que volviera a sus manos.

-Diganle a Kastian que quiero hablar con el- dijo bajando del vehiculo.

Los guardias se miraron entre si, aturdidos por la presencia de la dama. Y ella al ver que no hacian nada hablo.

-Si no le dicen que estoy aqui, comenzare a gritar tan fuerte y la gente empezara hablar no creo que duden en que los guardias le han hecho algo a la duqueza Morales, asi que espero que ya este en camino uno de estudes.- advirtio ella mirando con desden a los presentes.

¿Por qué no soy ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora