XXIX

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-Uno, dos, tres, empuja, ¡De nuevo!- los ejercicos eran bastantes entretenidos sin embargo la consumia demasiado.-¡Otra vez! ¡Empuja!

Tan sólo unos dias atras habia empezado su entrenamiento, Kastian se hacia responsable de sus ejercicios y su dicho cumplimiento, a pesar de que a duras penas acepto estaba más comprometido que nunca. Sin embargo no siempre podia estar al pendiente o al menos Annie no quería que asi fuera puesto que ella sabia perfectamente que no podia descuidar sus tareas monarquicas.

Como ese día que al parecer Kastian no queria despegarse ni un solo minuto de ella, no despues de ver como se aferraba a su cuerpo unos minutos antes de despertar, le habia dado tanta atención en la mañana que creia que era demasiada pero tenia algo Kastian que no la dejaba libre, primero fue en el dormitorio luego en la ducha después en el comedor y finalmente en uno de los pasillos antes de aparecer en el patio trasero.

-Lo has hecho bien- sonrio Edrian quien ese dia estaba con ella- Seria bueno que mantuvieras las piernas un poco separadas antes de empujar, te ayudara a tomar mas impulso.

-Estoy agotada- se seco el sudor que tenia en la frente- , quisiera pedirte un favor.

-Dime, lo que sea me hare cargo- le pidio.

-Promete antes que no le diras a mi esposo- abrió los ojos angustiado por la reciente peticion- Tengo que tener la seguridad de que no me delataras.

-Pero mi señora- bajo la miranda pensando, analizando- Sabe que soy un gran amigo de Kastian y que ocultarle las cosas seria traicion y mas si puede poner en peligro a la reina.

-Te lo pido, no es algo que pueda hacerme daño pero no te puedo decir nada si no me lo prometes

Cerro los ojos un momento y lo medito, al final decidio.

-Lo prometo, pero si hay algún peligro que ponga su vida en un hilo inmediatamente Kastian lo sabra.- Annie acepto.

-Enseñame a usar la arma

Kastian habia puesto limites acerca de sus ejercicios y uno de ellos en especial la molestaba, queria aprender a usar cada una de las armas que habia en el deposito, la alegria de su esposa era demasiada que queria aprender a dominar desde la navaja mas pequeña hasta la mas grande de las armas; granadas, pistolas, bombas.

Eso lo tenia loco.

Y a la vez extasiado.

Demasiado a decir verdad, estaba maravillado por la dichosa curiosidad que tenia su esposa y mas cuando la veía sonreir. Sabía perfectamente el peligro que conllevaba esa labor, no era facil dominar un arma pequeña y Annie jamas habia usado uno, sin embargo las sorpresas no acababam cuando se trataba de ella, en unos dias habia aprendido a dominar su cuerpo como la velocidad en que acertaba los golpes.

-Realmente va a gustarme todo esto - dijo la voz de la mujer quien estaba sentada en la ventana viendo el duro pero precioso entrenamiento de la reina.- Ya veo porque te dejo tan loco.

-Te llame por una cosa, tu eres la capitana de mi soldados en combate, ahora necesito que aconsejes a mi esposa

-Es muy hermosa- dijo Lilia, sonriendo burlesca mientras Kastian la miraba mal- No tocare a la reina

-Ten mucho cuidado con lo que sale de tu boca- amenazo.

-Por supuesto que la tengo, ¿acaso no lo crees?, sabes que no he dicho minguna mentira, Rey.

-Sabes a lo que me refiero Lilia

-¿Tienes miedo?

-Ella es mia- sanco por ultimo

¿Por qué no soy ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora