46. La noche italiana

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LENA

Decidimos cenar en casa para aprovechar el tiempo y así descansar un rato antes de salir de fiesta. Pasamos un rato en el sofá mientras digeríamos la cena y después de varios intentos de levantarnos del sofá, nos fuimos a arreglarnos.

Estaba muy indecisa acerca de mi vestimenta. Quería ir elegante, pero no hasta llegar al punto de ir extravagante dando la nota, ya me basta con ser española para llamar la atención. Así que opté por un vestido negro de terciopelo ajustado, similar al que llevé en la primera fiesta del hotel en Rotterdam, me traía muchos recuerdos.

Para terminar, lo combiné con unas sandalias sin plataforma negra, acompañado de un bolso del mismo color. Terminé de vestirme y maquillarme y fui al salón en busca de Damiano que seguramente ya estaría arreglado.

Y así fue, ahí estaba el rey de Roma, con su camisa blanca medio desabrochada y unos pantalones negros que conjuntaba son sus zapatos.

—Estás espectacular nena. — dijo sorprendido mientras observaba detenidamente mi cuerpo.

—Supongo que tendrás razón. — conteste divertida mientras apoyaba mis manos en su pecho, acariciándolo.

Debido a la poca diferencia de altura, me puse un poco de puntillas para poder acercarme a sus labios. Damiano correspondió y se inclinó hasta mí para terminar uniéndonos en un fugaz beso.

—¿Quieres que vayamos ya? — preguntó el azabache.

—¿A qué estamos esperando? — finalice dando un beso a mi pareja de fiesta.

Pareja... El concepto de "pareja", todavía no estaba segura si era correcto usarlo como término para definirnos, aunque a mí no me guste ponerme etiquetas, no quita que nunca me haya planeado que somos.

Pero Damiano me sacó de mis pensamientos para avisarme que era hora de subir al coche y poder dirigirnos a la fiesta. No tardamos mucho en llegar a nuestro destino y ya estaban los chicos esperándonos en la puerta para entrar todos juntos.

"La Cabala" era una discoteca muy exclusiva de Roma, que se encuentra cerca de Piazza Navona, por suerte, logramos entrar sin ningún problema. No sabíamos si nos permitían el paso por ser "celebridades", o simplemente por el hecho de ser gentil, ya que, al ser un lugar con gran prestigio, se les permite la entrada a muy pocas personas.

Al adentrarnos, vimos como mucha gente estaba aglomerada en una sala del edificio, al parecer, aquello era la pista de baile, pero también tenía zonas para poder sentarse con sofás, o incluso mesas para tomar o comer algo, aquel lugar era fascinante.

Nos dirigimos a la barra para poder inaugurar la noche como es debido, y para empezar con buen pie, pedimos un Martini Royale.

—Por nosotros. — dijo cuando alzó la copa al aire.

—Por nosotros. — correspondió su gesto y brindamos.

Al beber nuestra primera copa, nos entraron ganas de ir a por la segunda, esta vez Damiano optó por una Margarita y yo por un Tequila Sunrise.

Había estado yendo a muchas fiestas últimamente, pero tenía claro que mi aguante era apenas inexistente.

Al terminar nuestra segunda copa, unos italianos comenzaron a acercarse hacia nosotros, al parecer nos habían reconocido, y para no causar molestias, nos empezaron a hablar en inglés para que yo pudiera comprender lo que estaban diciendo.

Nos pidieron una foto, pero procuraron no montar mucho jaleo, ya que respetaban que nosotros también teníamos vida privada y que nunca viene mal no tener a mucha gente encima tuya.

𝕀ℕ𝕋ℝ𝔼ℂℂ𝕀𝔸𝕋𝔼 •Damiano David•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora