15. El hombre misterioso

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LENA

La luz del sol comenzó a entrar por la ventana, despertando antes de lo que tenía planeado,en ese momento lo que menos me hacía falta era soportar la luz del sol. A diferencia de aquí, en nuestra habitación había unos estores que permiten controlar la cantidad de luz que entra, parecía que lo habían hecho en deferencia a nosotros por ser españoles.

Abrí los ojos esperando toparme con él, y ahí estaba. Seguía acostada con la cabeza apoyada en su pecho, justo como nos fuimos a dormir la noche anterior. Estaba todavía dormido, y se veía increíble. Me di el placer de mirarlo durante unos minutos, pero creo que estuve más tiempo de la cuenta perdiéndome por cada línea de su cara, por sus largas pestañas y por los mechones de cabello rebelde que le acariciaban el rostro.

Aprovechando que seguía dormido, decidí hacer algo a modo de compensación por haberme cuidado la noche anterior. No tenía porqué hacerlo y aun así me soportó aún cuando ni siquiera yo era consciente de lo que hacía o decía.

Decidí pedir el desayuno para los dos, sería como una especie de disculpa.

Me levanté sigilosamente, moviendo delicadamente su brazo que me rodeaba hacia un lado para no despertarlo. Fui caminando de puntillas hacia la silla donde había dejado la noche anterior mi vestido y me dirigí al baño para cambiarme de ropa. Sinceramente me daba pena quitarme la camiseta. Después de haber estado toda la noche durmiendo a su lado, ahora olía a él. Y estoy segura de que nunca me cansaría de ese olor.

Salí del cuarto de baño y me acerqué a la mesita de noche a coger el teléfono para llamar al servicio de habitaciones y pedir el desayuno. Pero como no estaba acostumbrada a la distribución de esta habitación, me choqué con una guitarra eléctrica que se interpuso en mi camino, y eso provocó que surgiera una leve melodía de ella.

-Mierda- Maldecí susurrando. Giré mi vista hacia la cama para comprobar si aquello lo había despertado, pero para mi alivio, Don Italia seguía en su séptimo sueño. Definitivamente tenía un sueño profundo.

Decidí que era mejor coger la tarjeta de la habitación que estaba al lado del teléfono y salí de esta para realizar la llamada fuera, antes de que hiciera más ruido y terminase despertándolo de verdad.

Cerré la puerta con suavidad detrás de mí y tal y como decían las instrucciones que estaban al lado del teléfono, marqué al número 4 que supuestamente ese era el número del servicio de habitaciones.

Después de varios intentos fallidos de que no contestasen mientras daba vueltas por el pasillo, desistí de aquel intento y decidí bajar yo misma a por nuestro desayuno. Quizás era demasiado pronto para el servicio de habitaciones.

Por un momento me sentí observada y cuando alcé la mirada, vi a un hombre parado a no mucha distancia a mediados del pasillo. Parecía haberse puesto nervioso porque me había dado cuenta de que estaba ahí, y rápidamente bajó la vista y comenzó a actuar como si esperase a alguien. Me pareció extraño ya que a esas horas no solía andar mucha gente por los pasillos, pero decidí no darle más importancia de la necesaria.

"Lena, esto es un hotel, no eres la única que se aloja aquí" dije para mis adentros. Continué mi camino y fui a la cafetería del hotel.

Al entrar mis ojos se iluminaron al ver toda la comida deliciosa que ya estaban preparando y el delicioso olor a café me abrió el apetito de golpe. Normal con todo lo que bebí después de cenar.

Me preguntaba qué se desayunaba en Italia pero como no tenía ni idea pensé que podría preguntarle a la mujer que estaba atendiendo en la cafetería. Ella tampoco supo responderme esa pregunta, pero me dio una información todavía mejor. Me dijo que desconocía cómo eran los desayunos allí pero que había visto a los participantes de Italia desayunar croissants, con café y zumo de naranja.

𝕀ℕ𝕋ℝ𝔼ℂℂ𝕀𝔸𝕋𝔼 •Damiano David•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora