Parte 17 La vecina.

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La emoción de mudarse y cambiar de aires era algo fantástico para cada uno de los integrantes de esta casa, pero aún no tenían la total libertad que ellas deseaban tendrían que tomar sus respectivos turnos, una bruja deberá estar en la isla, otra en la casa y la tercera tendrá libertad total de trasladarse a donde le plazca y al final del día todas tendrían que encontrarse en la residencia, esto era provisional en lo que los pequeños alíen resolvían como solucionar todo.

— Primer turno — Alice corrió hacia la puerta, siendo detenida por la magia de Susie.

— Vez a este pequeño de aquí, será matriculado en la escuela, necesita ropa e inscribirlo en la escuela más cercana, tú serás responsable de eso? — Cuestiono Susie.

— Bien pido la isla — Alice regresó por el portal a realizar todas las funciones pendientes.

— Supongo que me toca ponerme al día con los vecinos y trabajar en el jardín — Betsy no era lo que esperaba para el primer día pero era mejor a nada.

Oscar estaba exento a esta regla pero por ahora tenía que posponer la exploración y seguir a Susie, era exactamente ya 20 minutos de caminata y Susie estaba desecha — Seguro que no podemos usar la escoba Oscar te prometo no delatarte con nadie — La falta de condición de Susie era innegable.

— No volveré a creerte que la escuela estaba a la vuelta de la esquina — A Susie le faltaba aire — hoy mismo compramos un auto— Grito Susie tratando de recuperarse.

— Me pregunto si las demás brujas del aquelarre pasan por las mismas penurias — Ya estaban por llegar a la escuela cuando a vista del estacionamiento Susie miro "el auto".

— Óscar vez lo mismo que yo? — preguntó Susie.

— ¿autos? — Respondió dudoso Oscar.

— No solo es un auto es un sueño, rápido anota ese numero me lo debo llevar a casa — Susie no creía en el amor primera vista hasta que conoció al auto de sus sueño.

— Ese auto, se ve amm viejo — Oscar dudaba si esa lata podría funcionar.

— Nada que una capa de pintura no arregle — Susie afirmó en lo que Ambos reanudaron su paso.

Susie acostumbrada a la ágil burocracia de la isla pasó sin ninguna decencia directo a la oficina del director.

— ¿Señora tiene cita? o en que le podemos ayudar — El director miraba como una secretaria intentaba detenerla pero era algo inútil.

— Vengo por una cosa realmente importante — Susie miró fijamente al director — Quien es el que vende ese hermoso auto clásico de afuera — Susie sintió que Oscar le jalaba la ropa — A si y también a inscribir al pequeño a la escuela—

El director no estaba acostumbrado a tanta rudeza pero tenía que ser paciente, el que se interesara en el auto era una señal divina, tenía meses tratando de venderlo ya tenía muchas fallas y casi todo mundo se lo compraba solo como fierro viejo por la cantidad de fallas que tenia, así que conseguir lo mínimo era su mayor expectativa.

— el auto, si tiene mucho valor sentimental pero temo que debo venderlo, es viejo tiene muchas fallas pero podría servirle para que enseñe a su hijo a manejar así no le molestaría si se daña— El director trato de darle más utilidad a ese auto viejo.

— ¿ y cuanto pides exactamente por el? pregunto Susie

— No pienso timarla señora, solo busco lo mínimo me duele mas verlo en un tiradero— El director le pasó un papelito con el precio, la verdad no esperaba mas de $300 dólares por ese basurero.

El pequeño alquimistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora