Parte 2 La triste bruja

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Susie se encontraba sola en el antiguo cementerio usando su magia había convocado unos cuantos bocadillos, bebidas y unas cuantas revistas en lo que un grupo de palas que tenían vida propia comenzaban a escarbar una tumba no muy profunda.

Al cabo de unos minutos la fosa estaba lista, sin ningún tipo de ceremonia lanzó con su magia lanzó ambas cajas y ella mismo comenzó a tapar cada fosa, después de unos minutos gotas de sudor recorrían su frente, cayendo en el suelo — Nada como un poco de sudor de bruja para reanimar las cosas — Si todo salía bien un par de fantasmas estarían disponibles para cuidar a ese niño.

Espero una hora y nada, dos horas y sin respuesta — Ya levántense no tengo todo el dia — Susie grito a ambas tumbas que seguían sin tener ningún cambio.

10 minutos más tarde, el suelo de ambas tumbas se comenzó a mover y de una de ellas una mano surgió del suelo y luego otra que rompió el ataúd, sólo se escuchaban gemidos de un muerto viviente — Malditos afortunados, murieron lejos de la isla — Susie sacó una escopeta y comenzó a cargarla.

El cadáver de uno de los ataúdes logró salir de su tumba entre gemidos y movimientos lentos, mientras que la tumba de al lado sucedía exactamente el mismo proceso, cuando el sonido de una escopeta siendo recargada le hizo levantar la mirada.

— !Bum¡ — De un solo disparo le voló la cabeza a uno de ellos, mientras el otro cuerpo logró salir en otra dirección para alejarse lentamente — !Bum¡ su cabeza explotó.

— Habrá que cremarlos — el resto de la tarde Susie contempló una gran fogata en un viejo cementerio que estaba en uno de los riscos de la Isla — Antes era más divertido cuando solo se tenían palas — Aun le daba gracia los novatos que se horrorizaban cuando alguno se escapaba, bellos recuerdos.

Mientras miraba el fuego reflexiono sobre cuándo fue la última vez que algo del exterior llegaba a la isla, por algún motivo siempre algo nuevo que aparece llega a tener demasiado impacto en todas partes, como ese remolino de cambio que fue Betsy.

Eran por los años 70 esa época cuando los pantalones acampanados estaban de moda, el libro, una guia universal para restaurar la magia había predicho la llegada de la última bruja de su aquelarre, y una mañana en la fecha prevista una joven llamada Betsy Spellman que si bien era parte de la profecía su pura presencia impactaría hasta los cimientos de cada una de las habitantes de la isla.

La joven quedó maravillada con lo que le ofrecía el destino, aceptando dejar todo de lado con el fin de seguir con esta nueva aventura, su instrucción fue rápida pero fructífera, todo parecía ir viento en popa, el aquelarre estaba completo las nuevas instrucciones llegaron y justo en ese momento todo se derrumbo, Susie tuvo que separarse de su mejor amiga en toda una vida, se sentía sola, agobiada y se auto culpaba de no ser capaz de solucionar todo lo más pronto posible, la única indicación del libro era esperar.

Esperar, esperar y seguir esperando, tal vez pasarían años o generaciones para poder reencontrarse nuevamente con su amiga, el aquelarre estaba en su apogeo, las brujas listas para salvar la magia estaban en todo su esplendor se sentían capaces de todo hasta que Betsy les mostró la verdad que solo Susie había experimentado de primera mano, hay cambios y a veces se dan quieras o no para el aquelarre les toco superar uno de los retos más grande para cada una de ellas.

Una de esas mañanas calurosas de verano Betsy no aguanta mas, vomito frente a todas sus compañeras, ella había tratado de ocultar su asco al hedor que emanaba algunas de las brujas, pero no eran de hierbas ni los ingredientes, si no una ridícula creencia que aún arraigaban de evitar el baño y algunos hábitos de higiene personal.

Al principio ella se disculpó y se animo a decirles la verdad, ella trato de convencerlas sobre la importancia de la higiene, el tan temido desodorante y la horrorosa ducha pero al ser ignorada y un poco menospreciada ella exploto en su contra, ahora ella tenia magia y conocimientos que podría explotar en su favor.

Y efectivamente Betsy aterrorizó a su aquelarre durante semanas con bañeras espumosas, fragancias delicadas y desodorante.

Una de las ultimas en sufrir la ira de Betsy fue Alice, fue un momento de total paranoia.

— Susie tienes que detener a Betsy — Alice le exigió a su líder. — Ella ha bañado a todo el aquelarre excepto a nosotras, tenemos que unirnos, tu misma dijiste lo importante del nuestro almizcle — Alice estaba nerviosa podía escuchar como Betsy arrastraba una enorme tina llena de agua jabonosa.

— Donde estas mi mejor amiga y compañera de magia, se que te gustara este aroma que escogí solo para ti — Betsy daba miedo.

Alice agitaba y lloriqueaba a Susie quien estaba deprimida por la perdida de hace no mucho, no sabía ni cuánto había pasado — Sobre eso, siempre terminaran quitándonos lo que más queremos — Sin ánimo Susie se levanto y saco su varita esperando a Betsy quien entró a la sala con esa gran tina.

— Que gusto verlas a ambas juntas, así me ahorran el fastidio de cazarlas y enjabonarlas a ambas — Betsy dejó caer la enorme tina frente a ellas.

— Ni creas que nos intimidas, verdad Susie... Susie que haces? — Alice miró incrédula como su amiga, maestra, compañera del aquelarre le tomaba de la tela de su vestido y de un tirón agresivo le arrancó su ropa dejándola en ropa interior.

— Susie que te... noo espera... bájame... Noo!! — Alice fue levantada como a una damisela y Susie entró con ella en brazos a la tina, con una gran calma le empezó a lavar el cabello de su amiga usando grandes porciones de jabón, esa sensación fue gloriosa para la brujita.

Así Betsy se les unió en este baño colectivo lavando el cabello de Susie — Gracias por apoyarme —

Habían estado tanto tiempo encerradas en su pequeña isla que nunca se percataron de que todo el mundo se había transformado y de una manera impresionante.

El aquelarre y cada fracción de seres mágicos presentes se maravillo y a la vez se asustó por tantos cambios habían pactado alejarse de lo moderno y todo lo que incomodara a la magia pero se dieron cuenta de su error, fue tal el impacto que el aquelarre decidió salir a explorar y conocer este vasto y nuevo mundo para ellas y llevar todo lo nuevo y aprendido a la isla para que las nuevas generaciones y que una vez regresaran al mundo este no fuera extraño para ninguna de ella.

Ya casi anochecía y Susie frente las pocas brasas ardientes que quedaban seguía revisando las pertenencias de esta pareja — Así que te llamas Oscar — Susie miraba una foto familiar donde estaban todos juntos, lanzó lo que quedaba de sus pertenencias al fuego hasta que se consumiera todo el fuego restante y usando su magia lanzó las cenizas al mar — en su memoria seguirá llamándose Oscar, es una pena que también estés solo hice hasta lo imposible para regresarlos pero su espíritus se habían ido ya hace mucho tiempo— Satisfecha de su esfuerzo regreso al gran edificio que era el hogar de su aquelarre, aunque por ahora todas estaban de viaje sabían que pronto en algunos años regresarían para terminar la profecía.

Alice y Betsy estaban divirtiéndose con el pequeño bebe — Iré a tomar un baño — Susie miró a sus amigas — tal vez un baño caliente ayude al pequeño a dormir —

Las tres brujitas sabían que es lo mínimo que podían hacer por este pequeño, que el suave sueño de la noche lo ayude a no percatarse de todo lo que había perdido.

El pequeño alquimistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora