Parte 33 Moral alta

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A veces en la vida suceden las cosas demasiado rápido, algunas son más fáciles de digerir otras no tanto, al menos Lucy seguía exactamente sin comprender que pasaba, en la mañana estaba dormida en su cama y en la noche ya era parte de un desfile de un grupo de yetis o al menos eso dicen ser, grandes, peludos, algunos con cuernos otros gigantescos y realmente escandalosos era como formar parte de una gran banda musical.

algo curioso, parece que se comunican a través de notas musicales pero ella les entendía a la perfeccion, podria ser verdad lo que le habían dicho sobre ser parte yeti aunque Lucy aún lo dudaba, así que por el momento solo se dedicaba a saludar en medio de un desfiles de estas criaturas y que consideran ahora el centro de atención.

Todo comenzó en la mañana, siendo más específicos de madrugada su familia llegó por ella sin previo aviso, al parecer los responsables de la malversación de recursos fueron atrapados y con evidencia de sobra para desaparecer de la vida pública en cuestión de horas así que sin quien pagará la recompensa por hacerles daño todo este lio se había terminado.

Lucy regresaría a su hogar con su familia, se despediría de sus amigos encargados de haberla cuidado tanto tiempo, era un trabajo pero ahora los veo más como familia.

En cuanto el lío se terminó las oportunidades de trabajo se habían multiplicado en el mismo lugar de residencia, demasiado conveniente para Lucy.

Apenas tuvieron unas horas de convivencia y reencuentro cuando en menos de tres horas su rutina agitada por el trabajo era una cosa cotidiana nuevamente, de alguna manera el lugar de residencia solo varió unas cuantas calles, los inversionistas insisten en que ocupara un cargo en el mismo lugar donde residía.

Lucy era una chica inteligente y no era necesario ser un genio para saber quién era el responsable de todo esto.

Tras desayunar Lucy salió nuevamente sin su disfraz, sabia que seria divertido demostrarles a todos que no sabían que era ella misma, claro hasta que fue interceptada por una conocida, era Alice quien la esperaba para salir de paseo en su moto clásica y esa chaqueta negra de cuero que la hacía lucir como un chico malo.

— Así que lo solucionaste todo con magia— comentó Alice con algo de emoción.

— No fue necesario, los pequeños son buenos investigando y encontraron pruebas más que suficientes para que ningún juez en su sano juicio les diera un mínimo de oportunidad— Comentó Alice muy segura — Bueno no te aburriré con detalles, los Yetis son complicados son como ancianos malhumorados y flojos, bueno la mayoría que conozco los más jóvenes son más optimistas pero igual de perezosos, te encantaran veras que tienen mucho en común—

— Claro el trato de anoche, pero y mis padres — Pregunto curiosa —

— Todo resuelto los pequeñines los tendrán más que ocupados, por ahora sujétate — Alice acelera a casa, sabía que estaban sus amigas deseosas de ver lo que había logrado.

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Susie comenzaba a tener un pequeño problema, bueno no era exactamente un problema era más complicado era en cierta forma incómodo.

Betsy no se cansaba de molestarla cada vez que perdía el control de lado licántropo, no era tan severo como Oscar que se perdía completamente solo sufría de cambios no deseados.

Ese hábito de tratarla como una simple mascota era tan molesto pero a la vez un placer culposo y esa estúpida cola que la delataba por un momento llegó a pensar que tenía vida propia.

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Un nuevo día y tantos pendientes, Susie había tenido una larga noche huyendo de Betsy solo quería un poco de café para comenzar su día.

Aun tenia sueño, no se había molestado en cambiar su pijama y bostezaba hasta llegar a la cocina, llegó y fue recibida por un amable yeti que le arrimo la silla para que tomara asiento, otro de ellos terminaba de preparar un desayuno que no olía tan mal mientras uno más le servía muy ágilmente una taza de café con un olor exótico.

— Es divertido cómo maniobran con tan poco espacio siendo tan grande este grupo de yetis — Pensó Susie.

Tardó solo 5 segundos en procesar lo que había pensado — Que carajos hacen en mi casa— Gritó la bruja intimidando a los presentes quienes solo salieron huyendo de vuelta al portal.

— Susie tenemos un problema en la isla — Comentó Betsy — Trate de realizar las labores diarias pero era casi imposible salir de la casa, tenemos una invasión de yetis—

Susie estaba perdiendo la paciencia, si algo le incomodaba era una invasión a su espacio personal o su casa — Tienen 10 segundos para regresar a la isla — Susie literalmente rugió mostrando los caninos.

15 yetis que estaban ocultos, unos que eran transparentes y otros que se habían ocultado tan bien que no se creía de donde salieron.

Si algunos de estos ejemplares eran estorbosos, en el lado de la isla era realmente escandaloso, Susie y Betsy miraban por la ventana y era ridícula la cantidad de curiosos, no solo yetis, además de elfos haciendo negocios.

— Espera están vendiendo playeras con la cara de la niña y peluches — Susie se estaba exasperando — como es que nadie puede guardar un secreto en esta isla—

Tras un rato de mantenerse a la expectativa Alice llego con la niña.

— Y qué hay de desayunar, tengo hambre... porque hay tantos — Alice miraba fascinada— Betsy cómo va el negocio de las playeras y los recuerdos —

Betsy trataba de hacer señas para que no contara más sobre las ventas.

— Válgame — Susie no encontraba que mas decir — Bien, supongo ya te explico Alice que debes hacer — Susie levito a la niña con su magia y literal la lanzó fuera de la cabaña hacia el grupo de Yetis que festejaban como si de un carnaval se tratara.

— Deben regresar antes de las cinco, tiene una vida — Grito Susie.

Justo a lado de Susie estaba uno de los yetis más viejos de la isla — Estamos muy agradecidos — el viejo jety contempló a sus escandalosos compañeros — les has devuelto la alegría y la fe a muchos de nosotros—

— Su ancianidad que gusto verlo — Susie tenía que ser respetuosa

— No hace falta tanta modestia — Expresó el yeti — es tiempo de dejar viejas rencillas y cooperar más — El viejo Yeti regresaba con los suyos — por cierto hay muchos que desean agradecer a su benefactora te pido de favor aceptes su buena voluntad —

— Bien pero no quiero a más de uno cerca, me gusta mi privacidad — Susie sabía que a veces podían llegar a ser demasiado serviles y más si se lo proponen.

— Es conmovedor como te preocupas por todos — Betsy comentaba contenta

— Gracias ... Betsy puedes dejar de jugar con mi cola? — Comentó Susie molesta.

— Sabes que no lo dejaré de hacer así que deja de resistirte — Betsy habló burlonamente.

Susie sabia que tenía que correr esta faceta de Betsy no era cosa de ella, de seguro Erizo le estaba dando malas ideas.

El pequeño alquimistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora