Erizo se encontraba ante una situación algo complicada, la noche anterior se le fue el sueño de la preocupación, temía que una extraña de pelo rosa entrara por esa puerta exigiendo lo que era suyo con esa cara violenta o tal vez en cualquier momento una patrulla aparecería y sería llevada a rastras en contra de su voluntad.
Ahora estaba atrapada a pesar de querer correr Betsy le mostró una parte de la faceta humana que no había conocido aún, la bondad.
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Todo comenzó por la mañana de ese mismo día, estuvo en vela casi toda la noche por no poder dormir de la preocupación, en raros momentos durmió sentada por el cansancio, al despertar se sentía fatal, pero no físicamente sino emocionalmente.
Todo ese tiempo despierta se dio cuenta que estaba sola en la casa, no había nadie quien se preocupara si le pasaba algo, podría desaparecer en estos momentos y nadie se daría cuenta ya hasta pasados varios días, lo único que la mantiene aferrada a este estilo de vida era la promesa de un día en pocos años irse a vivir con su padre.
Había decidido no salir ese día, sería peor si todos veían que la arrestaran era mejor esperar lo inevitable.
Las horas pasaban y Erizo se estaba desesperando, decidió espiar por la ventana tal vez pensaron ya se había fugado o algo por el estilo.
Al asomarse no pudo distinguir a nadie presente, y la imaginación de Erizo comenzó a volar nuevamente, no hay policías, podría ser que tal vez sean de alguna mafia y solo estaban pensando en cómo deshacerse de ella o quien sabe venderla al mejor postor para sacar algún beneficio, tal vez solo exageraba.
Armándose de valor decidió un enfoque más directo.
Fue fácil escabullirse y al tratar de mirar por la ventanas era imposible distinguir cualquier cosa, tenía cortinas y no se daba ningún indicio de actividad.
— ¿Qué estaba haciendo? — Erizo pensó — Bien no era la primera vez que se metía en problemas, pero ahora ella solo quería que esto acabara pronto—
Mientras Erizo trataba de mirar por unas de las ventanas la voz alegre de una persona conocida llamó su atención.
— Hola Erizo es bueno verte — saludó alegremente Betsy
— hola? — respondió con demasiada cautela, se sentía como si la hubieran atrapado nuevamente en alguna especie de crimen, claro otro más a la lista.
— estaba a punto de invitarte a desayunar, ¿quieres acompañarme? —
Erizo normalmente se habría negado pero cuando se percató estaba sentada en la mesa y Betsy le servía un abundante plato de alimentos.
— Esto está delicioso — Erizo había recordado que no había cenado nada la noche anterior por miedo a salir.
— Prepare bastante, si gustas puedes repetir — Betsy la acompaño solo con una taza de café.
— ¿No vas a comer nada? — Cuestiono Erizo
— No, yo ya termine mi plato — Erizo le señaló el plato con sobras de lo que fue el desayuno.
Erizo terminó su comida con algo de desconfianza pero no podía negar que estaba deliciosa, sin saber se quedó dormida.
Algo adormilada Erizo despertaba mientras pequeños rastros del sol se filtraban de entre las ramas de un frondoso árbol bajo el cual estaba descansando.
— ¿Creo que te cayo de peso la comida? — Señalo Betsy mientras seguía sacando malas hierbas de su jardín.
— Que vergüenza— Pensó en voz alta Erizo culpando su desvelo en la noche anterior.
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El pequeño alquimista
FantasyUn pequeño con un gran poder . . . Una bruja que lo cuidara de mala gana y una chica que le arrebataron todo