2: PROBLEMS

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Las gotas de lluvia colisionaban con el pavimento ocasionando un ruido extravagante, los bellos de mis brazos se me erizaron del frío y las gotas de mi cabello comenzaron de descender deslizándose lentamente por mi erizada piel. El ambiente se sentía bastante incómodo, Paquita me seguía observando con censura, y el conserje, se veía bastante incómodo y apenado, cuando lo cierto es que debería ser yo la apenada. Por mi parte, me sentía bastante fuera de lugar, además de saturada y agobiada por el estilo de vida tan cochambrero que estaba arraigando.

—Mm, Paquita, ella es Paola, una huésped más de este edificio desde hace bastante tiempo —explicó el muchacho removiéndose con la misma incomodidad.

La señora que se dedicaba a mirar hacia las puertas "automáticas" mientras el conserje le explicaba dirigió la vista nuevamente hacia a mí, y esta vez me analizó con más discernimiento, para seguido regalarme un atisbo de desdén que no pasó desaparecido para nadie, ni siquiera para el cachorro que antes se encontraba en el suelo y ahora reposaba en sus brazos.

—Olvida eso —le dije al conserje revirando los ojos. En serio estaba muy cansada, y la poca energía que tenía no la iba a desperdiciar con una anciana prejuiciosa y chapada a la antigua

—¿Puedes avanzar sola? —me preguntó al verme caminar rumbo a las escaleras. Ya lo había dado todo por dicho, y por lo tanto, me iría a mi departamento para descansar las pocas horas que me quedaban antes de regresar al trabajo

—Por supuesto —respondí precipitada apoyándome a la pared.

Lo que sucedió fue que terminé cayendo al suelo ya que dicha pared no existía. Una risa chocarrera salió de mis labios, lo que me demostraba que el alcohol comenzaba a hacer de las suyas en mi organismo. El conserje corrió rápidamente en mi dirección a la vez que Paquita bufaba y negaba con la cabeza obviamente en reproche

—Cuidado Paola —me habló el chico más cerca de lo normal. Reí una vez más y alcé mi cabeza para verle mejor. Me encontraba sentada en el suelo viendo hacia arriba con las piernas abiertas; a unos pocos centímetros se encontraba la cara del chico, ese que me miraba con mucha preocupación mientras que yo le acariciaba el cabello que caía sobre su frente

—Es muy suave —le dije y volví a reír. Las palabras salieron de mis labios con mucha más lentitud de lo común, y pude presenciar como sus mejillas tomaron un colorcito carmesí que se me hizo muy chistoso

—Voy a levantarte —me comunicó y yo negué con la cabeza

—Está borracha como una perra —soltó Paquita con desdén, y se marchó bastante disgustada

—Es una bru.. ja— murmure y el chico comenzó a reír

—Eres mucho más divertida cuando estas ebria —sus dientes se asomaron  a la vez que sus ojos se achinaban

—Soy muy sincera —y supongo que de ahí para allá perdí el juicio, pues no recuerdo nada más

×××

El sonido impertinente de un inserto me sacó de mi sueño. Abrí un ojo y luego el otro, y sobre mi pululaba un abejón que me hizo pegar un brinco. No caí al suelo porque una mano que se encontraba aferrada a mi cintura me sujetaba con mucha responsabilidad

Espera, ¿he dicho una mano?

Me giré bastante intrigada y el grito que di fue tan alto que saqué al chico de sus sueños al mismo tiempo que me caí al suelo del susto

—¿Estas bien? —me preguntó alertado. Rápidamente se sentó sobre la pequeña cama personal donde ambos nos encontrábamos durmiendo y me tendió su mano, mano que no agarré

Paola © [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora