11: PROTOCOL

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Desperté muy temprano, sin necesidad de despertador o algo similar. Ya esto se estaba volviendo costumbre en mí. Me senté sobre la cama aferrando mi espalda al respaldo de la misma, las piernas a mi pecho; y así quedé por un buen rato

En un par de horas regresaría a casa, y por más que me quejaba en el pasado, no me siento mejor haciendo lo que hago. A pesar de estar "disfrutando el ascenso que me ha ofrecido la vida" -nótese el sarcasmo -no me siento nada bien

-Paola, ¿no piensas desayunar? -inquiere Kenia agarrando unos panecillos y la taza de té con miel. Hacía par de minutos que el servicio de habitación había traído el desayuno, pero yo no podía ni quería probar bocado

Todos estos lujos que me estaban dando eran pagados con dinero sucio, y no quería

-No -respondí cortante y no supo cómo reaccionar a ello -No.. tengo apetito -traté de arreglarlo, después de todo, Kenia no tenía culpa de lo que me estaba sucediendo. Y de hecho, hacía todo lo posible por hacerlo más llevadero y fácil para mí. Estaba siendo injusta al querer pagar mis problemas con ella

-Ok -asintió -Deberías al menos comer de estos frutos secos, están sabrosos -recordó. Allí estaba otra vez la Kenia alegre que había conocido

-Gracias... pero, en serio no tengo apetito

Me dirigí al baño donde hice mis necesidades y me higienicé, para más tarde ponerme algo de ropa cómoda, en pocas horas seria el viaje

-No, no. ¿Qué haces?, esa ropa no la puedes llevar -ella me miraba de soslayo, ya que se encontraba sacando una maleta de debajo de su cama

-Claro que sí, es súper cómodo

-No, lo siento. Tengo preparada esta -y tras sacar la maleta se giró para abrir el closet y mostrar las únicas dos perchas que habían -Toma la que más te guste, las dos son de nuestra talla -terminó de decir cruzándose de brazos con despreocupación

-Gracias, pero creo que con el vestido de ayer fue suficiente -y con eso terminé de colocarme la blusa

-¿Es que aún no lo entiendes?. Con esa ropa -señaló mi licra negra ajustada a mi cuerpo, y el pulóver que me llegaba poco más arriba del ombligo -No puedes realizar el resto del trabajo

-¿Que trabajo? -le miré incrédula

-¿Crees que ya hemos terminado? -se alejó del closet para agarrar un manzano del carrito

-Por supuesto -respondí más que convencida. Al parecer, lo que habíamos hecho para ella era algo simple, pero para mí, era muchísimo. Más porque había sido contra mi voluntad, y no era algo de lo que me sentía orgullosa

Pero como si pudiera leer mi mente, respondió -Pues eso ha sido sencillo en comparación con lo que sigue -para darle la última mordida a la manzana y abrir el maletín que ahora reposa sobre su cama

Los ojos casi se me salieron al ver los fajos de dinero dentro del maletín. Aquello era demasiado para alguien como yo que llevaba años revolcada en la pobreza

-¿Ves todo este dinero Paola?

-Sí -respondí, la vista aún sobre el maletín

-Es la ganancia de la exposición de ayer -explicó -Casi que hemos terminado el trabajo

-¿Casi? -le miré confusa -Yo creo que todo. Las obras se han vendido, y ahí está el dinero. ¿Qué más quieren? -casi que me ardieron los pulmones al hacer esa última pregunta

-Exacto -asintió señalándome con su dedo índice -Es este el dinero, ¿piensas dejarlo aquí? -preguntó. Kenia por alguna extraña razón ahora se encontraba más seria de lo normal. Me hablaba con calma y pausa, era cómo si esperara que algo en mi cabeza hiciese clic

Paola © [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora