29: FRIENDS

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Cerré la habitación con seguro, y sin perder tiempo me arrebaté toda la ropa del cuerpo, sin tener el más mínimo cuidado de romperlo o no, y es que realmente en ese momento me importaba muy poco. Lo mismo hice con mi collar, los aretes, e incluso los zapatos.

Una lágrima salió despavorida de mi ojo derecho, y sin perder tiempo otra y luego muchas más, por lo que sí, me hallaba llorando como una cría pequeña, y así de triste y sublime me aventé a la cama y me cobijé con la frazada

En estos momentos me odiaba, odiaba la persona que era y la facilidad que le brindaba a los demás para burlarse de mi, e incluso lastimarme. Era una chica débil y penca, y era eso lo que más me molestaba

Inmediatamente se sintió como alguien hacia el intento de abrir la habitación desde fuera, pero la puerta no cedía, pues había pasado el seguro

—Paola, abre la puerta —Byron era quien intentaba entrar, y aunque me encontraba en su habitación no tenía intención alguna de abrirle la puerta, o dejarle pasar. Por lo que me acurruque más sobre la cama, y me tape completamente

Él por supuesto no tenía intención de darse por vencido, así que continuó gritando y pegándole golpes a la puerta para que le abriera, pero yo nunca hice caso, por lo que tuvo que darse por vencido y marcharse

Minutos más tarde no se escuchaba la música que resonaba por toda la casa, y rato después había caído rendida en los brazos de Morfeo

El día siguiente llegó bastante rápido, a las nueve de la mañana permanecía aún encerrada en la habitación de Byron debatiéndome si salir o no, aunque realmente no tenía deseo alguno de abandonar esas paredes que me brindaban confort. Pero por supuesto, no podía permanecer encerrada de por vida

Por mucho que quisiera

Baje por las escaleras con recelo, no tenía deseos de hablar ni saber de nadie, yo era una persona demasiado rencorosa, y aún estaba molesta, muchísimo, hoy incluso más que ayer pues el sentimiento de vergüenza se había marchado, dejando en su lugar el disgusto

—Buenos días Paola —saludó Azucena una vez entré a la cocina

—Buenos días, podrías darme un café —mi tono de voz era seco y cortante, y aunque Azucena no era culpable de nada, no podía hacer nada al respecto, pues así me sentía

—Paola, cariño, buenos días —Nerea entró en la cocina gritando y exagerando como de costumbre

—Por favor hable bajo, no me encuentro de buen humor —le dije inmediatamente

—Boberías, eres muy joven para estar tan amargada —hizo un ademán con su mano provocando que revirara los ojos

Ni siquiera una disculpa me pidió, como si ayer sus amigas no se hubieran burlado de mí, como si no hubiese pasado nada

—Saldré un rato, necesito aire fresco —fue lo que dije mientras salía de la cocina chocando mi hombro con el suyo

XXX

Entré en la casa dándole un fuerte empujón a la puerta, por lo que rápidamente los ojos de Byron, Nerea, Harris y Michel estaban sobre mí

—¡Paola cariño..

—¡No se me acerque! —exigí haciendo que se detuviera de sopetón, pues ya venía con intenciones de abrazarme con ese dramatismo que siempre utiliza

—¡Dios! ¿Qué te sucede? —ella inquiere viéndome con desconfianza

—Sucede que creí que usted vendría para conocerme y adaptarse a mí, pero me he dado cuenta ya de que usted vino para darse a conocer, y que sea yo quien me adapte a usted. Se piensa que puede mandar y controlar a todo el mundo como le dé su gana, pero ¿sabes qué Nerea?, no me da la gana de que me use a sus anchas —solté indignada viéndole con fijación, ya no sentía temor o miedo alguno, era momento de dar mi opinión

Paola © [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora