20: TRAPPED

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Paredes con moho y descascaradas es todo lo que observo, me encuentro sentada sobre la cama analizando todo el lugar. Hace par de minutos pagué los primeros tres días que tengo pensado pasar aquí al dueño de la renta, por lo que se despidió deseándome un buen día. El lugar es sombrío y frío, se siente tan diferente, aislado. Es evidente que no es mi entorno. Enciendo la radio para llenar un poco la estancia, y no lo consigo. Me siento tan sola, ni siquiera sé que hacer. Quisiera ser el tipo de mujer que siempre puede con todo, que es decidida y no duda ni titubea, pero no lo soy. De hecho, he descubierto que soy cobarde, una persona indecisa, que toma decisiones apoyándome siempre en los demás. Y eso está mal

Debo tener inicio propio, debo ser una mujer con decisión.

La radio se escucha bastante mal, pero no la apago, es lo único que puedo escuchar además de mis pensamientos, no hay tele ni nada más, así que debo conformarme solamente con esto. Son cerca de las dos de la tarde, de seguro a estas alturas Byron debe estar enterado de mi fuga, ese hombre no puede encontrarme jamás, si llegara a hacerlo lo más seguro es que me mate, esta vez si he sobrepasado todos los límites.

Me recuesto en la pequeña cama y esta chilla haciendo un ruido extravagante, los muelles de la misma se salen, enterrándose en mi espalda. La habitación es pésima, la pinta y las condiciones ni se diga, pero es un precio sumamente barato, y nadie podría encontrarme aquí, menos Byron, que sabe que tengo suficiente dinero para pagarme un hotel de lujo, pues él mismo me pagó un salario tras hacer de sus encargos

Cerca de las seis de la tarde salgo para hacer compras en una pequeña tienda que hace esquina, ahí resuelvo mi cena y algo de ropa, no muy lujosa, pero ropa al fin y al cabo. De todos modos nunca he sido exigente con ese tema. Cuando regreso a casa abro las latas de atún y lo mezclo con el arroz y la ensalada, muero de hambre. Ceno escuchando la radio, y una vez acabo decido que no me ducharé, el baño es una cosa asquerosa que incluso bichos tiene

Un rato después de reposar me pongo ropa cómoda y me recuesto sobre la cama, debo pensar que haré con mi vida, que rumbos quiero tomar, y en el transcurso de ese debate quedo rendida

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Siento mi respiración lenta y pesada, mi boca seca y mis labios resecos. Los rayos del sol me molestan en el rostro, y con lentitud me voy aglomerando de la cama a la vez que me estiro y me permito abrir los ojos. A las siete treinta de la mañana mi corazón pega un brinco y se detiene par de segundos para continuar con un latir desenfrenado, el estómago me da un vuelco, y los nervios me invaden. Mi boca antes seca, ahora siquiera se permite ser abierta, trato de regular mis nervios y el miedo que me embriaga, pero se me hace imposible. Delante de mis ojos se encuentran dos hombres, vistiendo de elegante traje negro, y por supuesto, Byron

—Buenos días —son sus primeras palabras. Luce fresco y despreocupado, viste un elegante traje blanco que le hace resaltar, y desde luego, lucir aún más intimidante. No quiero siquiera imaginar qué me espera, sé que desde luego no es nada bueno —Esperen fuera, y llévense al anciano —eso último me hace girar la cabeza, para dar con el señor dueño del cuarto donde me hallo alquilada. Su rostro es una mezcla de pena y culpa, pero baja la mirada, y sin confrontar a Byron agarra el sobre que este le tiende antes de salir, no sin antes susurrarme unas disculpas

Los nervios no me abandonan en ningún momento, mi cuerpo se siente ligero y a la vez pesado, es tan impactante ver a Byron delante de mí que podría sufrir un ataque de pánico en cualquier momento. Mis ojos lo recorren de arriba a abajo, contemplando cada detalle, quisiera creer que todo es una pesadilla, pero sé que no es más que mi trágica realidad

Paola © [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora