24: DETERMINED

49 41 0
                                    



—Valla, son muchísimas —comento asombrada viendo la bodega llena de piezas de arte. Kenia, que se halla a unos pasos de mí, sonríe y asiente con entusiasmo

—Y que lo digas, chica —pellizca mi trasero y pego un pequeño brinco

Suelto una pequeña risilla y ella se une a mí. Las cosas han sido más llevaderas gracias a Kenia, no podría decir que somos las mejores amigas, pero somos socias, y compañeras de trabajo. Han pasado casi dos meses ya desde que la delincuencia tomó poder en mi vida, y con cada día los socios, los negocios, y las piezas aumentan. Hemos hecho muchos millones en los últimos meses, el trabajo ha incrementado mucho, por lo que ahora paso la mayor parte del tiempo en la galería, cosa que agradezco, estar encerrada en casa va a enloquecerme en cualquier momento, y la empresa de Byron no es mi lugar favorito. He aprendido tanto de piezas y arte, que a veces realmente me considero una especialista en ello

He asistido a muchas fiestas y reuniones donde hemos celebrado los frutos de nuestro trabajo, he conocido a muchas personas, me he abierto camino y de alguna forma me he dado conocer en el gran mundo. Resulta que las personas más poderosas y grandes de la ciudad, son los más involucrados en todo este mundo tóxico, son los llamados peces gordos, ellos son los más influyentes, y también son los que invierten en toda esta red. He descubierto que "el mundo delincuente de Byron" cómo me gusta llamarlo, es aún más grande de lo que imaginaba. En dicha red están involucrados alcaldes, fiscales, y personas demasiado influyentes. Cada día estoy más hundida, pero no me ahogaré tan fácilmente, me hallo tratando de flotar aún sobre tanta mierda y basura

—Gracias por traerme, ¿realmente no quieres que te pague por este servicio? —inquiero con diversión cuando estoy por bajar del auto. La chica a mi lado me observa con una ceja alzada, pero la sonrisa no tarda en aflorar en sus labios

—Te crees comediante ahora ¿ah? —Kenia me sigue la rima y asiento mientras bajo del auto

—Ya que no admites que te pague, al menos te daré mis chistes como moneda de cambio —explicó ya completamente fuera, estoy inclinada en la ventanilla del auto, con mi cabeza colada por la misma. Me encanta molestarla, nos hacemos este tipo de bromas todo el tiempo

—Que privilegio entonces —es lo que dice con fingido asombro —Me encantaría seguir con nuestro debate, pero tengo un compromiso, que empieza en..—le da una mirada a su reloj de mano —¡diablos!, comenzó hace quince minutos —protesta histérica y no puedo evitar reír

—Corre entonces —aconsejo apartándome de la ventanilla del auto

—Espero no llegar demasiado tarde, ¡Dale mis saludos al jefe! —grita cuando el auto está prácticamente fuera del aparcamiento

—Entendido —digo casi en un susurro y me encamino al ascensor para subir al piso de Byron

Saludo a la secretaria con un simple asentimiento, la relación entre nosotras continúa igual que siempre, en fin, no nos soportamos. Me adentro en el despacho de Byron, y no encuentro a nadie en el lugar, cosa que realmente no me sorprende, últimamente se la pasa de reunión en reunión, hay muchos negocios, y cosas por cerrar.

Me dejo caer en el sillón, y suelto un pequeño suspiro. Estoy un poco cansada, últimamente no tengo mucho descanso. No sé cuantos minutos pasan, pero tras una pequeña lucha el sueño me vence y quedo rendida sobre el sofá

No sé cuánto tiempo transcurre, pero una voz ronca me saca de mis sueños, tardo un poco en abrir mis ojos, y cuando lo hago descubro que se trata de Byron. Se halla de espaldas a mi, viendo por el inmenso cristal que adorna su oficina, el mismo que permite tener una grandiosa vista de la ciudad, desde lo alto, —es algo realmente hermoso— mientas que habla a través del celular que lleva pegado a la oreja

Paola © [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora