Amanda
El día anterior el crucero se había detenido en Montevideo, luego de estar en Buenos Aires, y en ese momento estaba en camino a otra ciudad portuaria de Argentina.
Ese era mi día libre, por lo que tenía muchas ganas de ir a la pista de patinaje en hielo, aunque fuera tan solo para conocerla mejor.
Yo había aprendió a patinar muy pequeña en patines de cuatro ruedas, pero había patinado en hielo varias veces y era muy divertido, incluso caerse después era un recuerdo gracioso... claro, después de que pasara el dolor.
Ese crucero era uno de los más lujosos de todos los que existían y el único que tenía una pista de patinaje que yo supiera, por lo que me veía en la obligación de disfrutarla.
Mientras caminaba por los pasillos del crucero en dirección a mi destino, me topé con Kyle.
—Hola, Amanda, ¿es tu día libre? —me preguntó.
—Sí, voy a ir a patinar.
—¿Sabes patinar? —preguntó sorprendido—. Yo nunca he sido bueno patinando.
Yo asentí con una sonrisa.
—Si quieres te puedo enseñar —ofrecí con amabilidad—. Si es que no tienes nada que hacer, obviamente...
—¡Claro! —respondió con una sonrisa emocionada que luego borró casi por completo—. Digo... eso estaría bastante bien.
Eso me dejo un poco confundida, pero simplemente decidí pasarlo por alto.
—Vamos entonces.
Ambos caminamos hacia la pista de patinaje y ahí, pedimos patines de nuestra talla.
La pista era un rectángulo no muy grande y estaba rodeada de asientos como los del teatro, pues a veces hacían espectáculos de patinaje ahí. Por suerte, solo había una familia con dos niños a los que les estaban enseñando a patinar, lo que me parecía muy adorable.
Cuando era hora de entrar a la pista, me deslicé con cuidado hacia adentro y le ofrecí mi mano a Kyle para ayudarlo a entrar. Él me entregó su mano inseguro y, con cuidado, lo ayudé a pasar.
Kyle estaba con las rodillas flexionadas de una forma en la que, si lo soltaba, caería hacia atrás sin pensarlo.
—Ponte derecho y los pies los tiras hacia afuera, no los pones derechos —él hizo lo que le dije—. Ahora, cuando comienzas a patinar, te inclinas un tanto hacia adelante para mantener el equilibrio y doblas un poquito las rodillas.
—No creo que pueda —dijo inseguro, mirando el hielo aterrado.
—Te voy a mostrar.
Lo solté, dejándolo de pie, y comencé a avanzar lentamente, dando una vuelta por la pista y luego volví junto a él.
—Vamos juntos —le dije, tomándolo de la mano.
Él asintió, aún no muy convencido y comenzamos a andar lenta y cuidadosamente.
Dimos una vuelta completa a la pista, lo que provocó que Kyle sintiera feliz.
—Nunca había durado tanto de pie —confesó.
Yo reí y comencé a ir un poco más rápido.
—Más rápido —pidió Kyle.
—¿Seguro?
—Sí.
Comenzamos a ir más rápido y dimos tres vueltas completas, hasta que Kyle se resbaló y cayó hacia atrás, llevándome a mí con él.
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¡Vamos a un Crucero!
RomanceLisa es chef en un restaurante cinco estrellas y, junto con su mejor amiga Elsa, quieren ampliar sus horizontes trabajando en un crucero de lujo. A sus planes se une su compañera de departamento, Amanda, a quien recientemente le rompieron el corazón...