Capítulo 19: Inspiración

689 57 3
                                    

Shaun

Habíamos vuelto al barco horas atrás y ya era hora de dormir.

Estaba acostado en mi cama, dado vuelta hacia el lado de la ventana, la cual tenía las cortinas abiertas y me dejaba ver hacia afuera.

La marea estaba bastante fuerte otra vez, pero en mi habitación no se sentía tan terrible el movimiento.

En ese momento me imaginé lo molesta que debía estar Lisa porque el movimiento no la dejaba dormir y no pude evitar sonreír.

De apoco, mis ojos comenzaron a cerrarse, hasta que caí dormido. Lamentablemente, no tarde en despertar por culpa de un horrible sueño.

Por alguna razón había soñado con volver a tomar la mano de Lisa y, peor, la había besado en los labios como tanto Kyle insistía que pasara. Aún peor: parecía haberme gustado.

Parecía que mi subconsciente había hecho a un lado el hecho de que Lisa era la mujer más desagradable que había conocido en toda mi vida, incluso su nombre era simplón: Lisa...; nadie interesante podía llamarse así. ¿Para qué hablar de su segundo nombre? Briseida era el nombre más feo que habían leído mis ojos.

¿Cuál era mi problema exactamente con ella? No lo tenía claro, pero podía estar casi seguro de que era todo. El conjunto de todas sus características físicas y psicológicas me provocaba un enorme rechazo.

De pronto, divisé mi libreta sobre el mueble frente a la cama y sentí unas intensas ganas de dibujar.

Cuando la inspiración llamaba, no podía negarme, por lo que me puse de pie y tomé la libreta rápidamente para volver a la cama y sentarme a dibujar lo que mi mente decidiera.

Una mujer oliendo una rosa... ¿Qué mierda sucedía conmigo? Era el boceto más cursi que había hecho. Cuando intenté borrar el rostro de la mujer, me di cuenta de que su perfil se me hacía conocido.

Dos palabras: Lisa Briseida.

Acaba de dibujar a la mujer que me gustaba molestar y fastidiar cada vez que tenía la oportunidad. Eso era enfermizo... yo estaba enfermo.

Iba a borrarlo por segunda vez, cuando algo me detuvo. No podía hacerlo.

Había estado casi cinco años sin hacer siquiera un buen dibujo completo. Si mi mente me decía que ese dibujo debía ser concretado, entonces no podía arruinarlo, por más que odiara a Lisa.

No podía creerlo. Me había embarcado en un crucero de meses en busca de buenas experiencias y bellos lugares que me pudieran entregar la inspiración y emoción suficiente para elaborar una obra, y había terminado encontrando mi inspiración en el ser más horrendo que había conocido en mi vida: Lisa Briseida Allen Baker. Incluso me había aprendido su nombre con sólo haber visto una vez su identificación, lo que me parecía un tanto preocupante.

Estuve toda la noche perfeccionado el boceto, borrando impacciones, detallando las facciones, haciendo las sombras y, aunque no era perfecto, podía decir que era muy bueno.

Nunca había terminado un dibujo de ese tamaño y de estilo realista en siete horas, aún en blanco y negro. Tal vez después seguiría agregando algunos detalles, cuando estuviera descansado, pero si hubiera tenido que dejarlo así por alguna razón, no habría tenido gran problema.

Un gran problema de los artistas era que jamás estaban conformes con sus trabajos, y yo me incluía en el saco.

Yo sabía que muchas personas se molestaban cuando me quejaba de uno de mis trabajos y lo criticaba como si fuera la peor basura del universo, en especial porque ellos no podían hacer algo como eso, pero no comprendían que, para un artista, la perfección era una necesidad y, al ser algo imposible de conseguir, jamás estaría conforme con una de sus obras.

Cuando salí de mi habitación en la mañana, sin haber dormido más que unos minutos, para tomar el desayuno con Kyle como de costumbre, supuse que me veía demacrado y la primera expresión de Kyle al verme, me lo confirmó.

—¿Qué te pasó? ¿Un camión te paso encima?

—Peor —respondí, mientras caminábamos al restaurante.

Kyle se quedó pensando.

—¿Te llamó tu mamá?

—No, esto es lo peor que me ha pasado en la vida —expliqué—, pero no puedo contártelo.

—Somos mejores amigos —dijo como una queja—. No tienes que ocultarme nada. ¡No deberías!

—Esto sí, Kyle.

—¿Por qué?

—Porque tú eres demasiado comunicativo. Eres esa clase de personas suelen decir todo sin filtro debido a la incapacidad de controlar sus impulsos, incluso los secretos de su mejor amigo —me excusé.

Kyle frunció el ceño.

—No es cierto... bueno, tal vez, pero todos podemos cambiar.

—Kyle, tú ya no vas a cambiar.

Desde que conocía a Kyle había sido casi igual. Claro, había madurado (un poco) y había dejado de ser tan inocente, pero seguía hablando de la misma manera.

—Nunca es tarde para cambiar.

—Bien, inténtalo y me cuentas como te va.

—Para ver si puedo cambiar, necesito que me cuentes tu secreto.

—Olvídalo.

No me arriesgaría a que Kyle soltara lo que me pasara con cualquier persona, menos frente a Lisa. No, eso sería fatídico. Si eso llegaba a pasar, consideraría lanzarme del barco al mar.

Cuando nos sentamos en la mesa para desayunar, pude notar que Amanda estaba trabajando ahí y, por lo tanto, Kyle comenzaría a hablar de ella como si estuviera frente a una divinidad.

—¿No te parece que es la mujer más linda que ha pisado la Tierra?

¿Siempre era Kyle así de intenso? Sí, desde que tenía memoria.

—No.

—Había olvidado que te gustan las rubias.

—¿Qué? —lo miré confundido—. ¿De dónde sacaste eso?

—De ningún lado, olvídalo —dijo, mirando a Amanda con los ojos brillantes.

Yo sabía que decía eso por Lisa, por lo que decidí no seguir discutiendo el asunto.

En eso, Amanda se nos acercó.

—Hola, ¿cómo están?

—Bien, dulce Amanda.

—Bien —aunque no era del todo cierto.

Amanda iba a decir algo más, cuando su celular comenzó a sonar.

—Denme un segundo —pidió.

Sacó el aparato de su pantalón y cuando vio la pantalla, la expresión de su rostro cambió drásticamente.

—Oh, no... —susurró.

—¿Paso algo? —le preguntó Kyle.

—No, n-nada —negó, claramente nerviosa—, pero tengo que atender esto.

Nos dio una sonrisa amable, aunque un tanto fingida y salió del restaurante.

Kyle me miró con preocupación.

—¿Habrá pasado algo malo?

Me encogí de hombros.

—¿Y si tiene un problema?

—Pues si necesita tu ayuda, la pedirá y si no, entonces no te incumbe.

Kyle no dijo nada más, pero como lo conocía, sabía que seguía pensado en Amanda y la cosa que pudo haberle pasado.

Yo también tenía algo de curiosidad, pues sí había parecido afectada a la ver quien la estaba llamando, pero no era mi asunto y, por lo tanto, no debía meterme.

¡Vamos a un Crucero!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora