Capítulo 22: Confesión

762 70 13
                                    

Lisa

Desperté temprano en la mañana, casi media hora antes de que sonara mi alarma, por lo que tomé mi celular y comencé a revisar las notificaciones que tenía en él.

En eso, me topé con algo interesante. A Shaun Davies le había gustado una de mis fotos de casi tres años de antigüedad.

Eso me provocó una sonrisa. ¿Shaun me había estado investigando? Y lo más extraño era que justo había elegido la única foto en la que mostraba más piel para darle "me gusta".

Ya que, él me había estado espiando, decidí que yo también debía hacerlo.

Me metí al perfil de Instagram de Shaun y comencé a revisar sus fotos. Debía admitir que, si solo hablábamos de apariencia, era un tanto atractivo.

Shaun tenía unos brazos y piernas fuertes y sus ojos color casi miel eran muy bonitos.

Había una foto en la que estaba mirando directamente a la cámara, con su rostro bastante cerca, lo que dejaba apreciar sus ojos aún más.

Más abajo, me encontré con una foto en la que no tenía camiseta y eso me dejó apreciar más su físico. Ya lo había visto así en persona, pero nunca me había quedado mirándolo, en cambio, teniendo una foto, era mucho más fácil poder analizarlo.

Cuando mis mejillas comenzaron a calentarse, bloqueé la pantalla del celular y bajé de la cama silenciosamente para no despertar a Elsa.

Luego de darme un baño y vestirme, volví a mi cuarto para tomar mi celular y subir a los otros pisos.

Fui hacia la habitación de Shaun y comencé a tocar con fuerza, repetidas veces.

Luego de varios segundos, la puerta se abrió y Shaun apareció con los ojos cansados y rojos.

—¿Estuviste toda la noche viendo mis fotos? —pregunté con una sonrisa divertida—. ¿Qué hiciste con ellas?

—Te encanta pensar que yo me toco pensado en ti, ¿no? —preguntó, también con una sonrisa picarona.

—¿Estás admitiendo que lo haces?

—¿Tú admites que te tocas pensando en mí tocándome, pensando en ti?

—No, jamás haría eso.

—Que bien porque yo tampoco.

—¿Por qué? ¿Mis piernas insípidas no le servirían de inspiración a nadie? —pregunté, con una ceja enarcada.

Por alguna razón, Shaun soltó una risa con algo de nerviosismo.

—No solo tus piernas son las del problema. Tú lo eres en general —terminó por decir—. Con tu cabello rubio y tus pecas...

Y cualquier ápice de felicidad se borró de mi rostro.

—Ah... —dije con poco ánimo, pues eso me había traído un recuerdo poco grato—. Bueno, no eres el único que lo piensa —fingí una risa—, mi segundo novio me dijo alguna vez que detestaba mis pecas... al parecer creía que se veía como si tuviera mugre en la cara.

Todo había sucedido durante una discusión y él, al haberse quedado sin cosas que decirme, pues tomó lo que pudo para lastimarme. Luego se retractó, claramente, diciendo que mis pecas no eran como otras que realmente eran feas... obviamente, era mentira.

—¿Qué? Pero si tus pecas son... —se detuvo de golpe.

—¿Son...?

—Simples pecas, no tienen nada de especial —respondió algo nervioso—, pero tampoco son espantosas.

¡Vamos a un Crucero!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora