Amanda
Cuando abrí los ojos, lo primero que sentí fue el gran dolor de cabeza provocado por una buena noche de tragos. Las puntadas que me daban cada cierto tiempo como si pequeñas bombas explotaran dentro de mí, solo me quería hacer decir una cosa: no vuelvo a beber nunca más; y lo hubiera hecho, si no hubiera sido porque sabía que era una mentira.
Yo no solía beber seguido, menos hasta no saber lo que hacía, pero la noche anterior definitivamente lo había hecho.
Los recuerdos entrecortados y borrosos comenzaron a llegar a mi cabeza de a poco y entonces, la imagen de Kyle besando mis labios me invadió.
Me senté de golpe en la cama, lo que hizo que mi cabeza casi colapsara, pero se estabilizó en unos cuantos segundos.
Había besado a Kyle... no, no lo había besado, me lo había comido, tragado, engullido y cualquier acción que se les pareciera.
Se suponía que no tenía que hacer eso, no hasta mucho tiempo más, cuando estuviera lista para introducir otro hombre en mi vida.
Sabía que tenía que darle explicaciones a Kyle, pero me complicaba un poco. Con el poco tiempo que lo conocía, sabía que era sentimental y demasiado dulce, además de algo intenso. En cierto sentido, se parecía a mí.
Aún podía recordar mi primera decepción amorosa. Tenía dieciséis años y me gustaba un lindo chico, pero solo por fuera, pues por dentro era el clásico tonto que creía que, por gustarle a las mujeres, podía jugar con ellas. Aun así, la tonta de Amanda Roy creyó que algo con el sería una buena idea, pero ni siquiera logré llegar a algo, pues me había dicho que jamás saldría con una chica fea como lo era yo.
¿Sabían lo que significaba para una adolescente que un chico popular, que además le gustaba, le dijera fea? Mi autoestima se había comprado un pasaje, se había subido a un avión y este se había estrellado dentro del cráter de un volcán en erupción. Mi autoestima había quedado más derretida que una paleta de helado al sol y repararlo me había llevado años.
A veces no podía entender la necesidad que sentía del apruebo social y, en especial, masculino.
«Eso no es muy empoderado de tu parte, Amanda».
No, no lo era, pero sabía que a muchas personas les sucedía y, claro, no era deseable, pero con el tiempo se podía cambiar. Yo aún tenía veinticinco años, tenía tiempo de ganar confianza en mí misma, más de la que ya había ganado, y volverme una mujer independiente y empoderada..., pero esa no era mi preocupación principal del día.
¿Cómo rechazabas a alguien sensible sin sonar brusca?
Quizá, yo no sabía muy bien cómo tratar con Kyle, pero si Shaun.
Tomé mi celular y marqué el número de Lisa, quien estaba segura de que debía conocer el número de habitación de Shaun.
—¿Aló...?
Su voz se oía mucho más ronca y apagada de lo normal, pero imaginaba que también era por la resaca.
—Lisa, necesito que me digas el número de habitación de Shaun.
—¿Por qué sabría eso?
—Ustedes son muy amigos... digo, bueno...
—¿Kyle te dijo algo? —preguntó con algo de preocupación.
¿Cómo le decía que algo me había comentado sin molestarla?
—Dijo que la otra vez fuiste a su cuarto para ayudarlo con algo —mentí.
—Ah... es la numero treinta y dos.
—Gracias, Lisa.
Corté la llamada y me puse de pie.
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¡Vamos a un Crucero!
RomanceLisa es chef en un restaurante cinco estrellas y, junto con su mejor amiga Elsa, quieren ampliar sus horizontes trabajando en un crucero de lujo. A sus planes se une su compañera de departamento, Amanda, a quien recientemente le rompieron el corazón...