Capítulo 5: Vuelo

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Caminamos por la manga que llevaba de la puerta hasta la entrada del avión y caminamos en dirección a los asientos que nos había tocado a cada una.

Debido a que los paisajes habían sido comprados por la empresa que nos llevaba, nuestros asientos no estaban juntos o siquiera cerca.

Mientras Amanda había quedado en el segundo puesto de la fila de en medio, yo había quedado en una ventana, en el último puesto de la fila. En cuanto a Elsa, había quedado justo delante de una de las puertas de salida de la otra fila. Todas estábamos en el mismo sector del avión, pero estar tan lejos no permitía que pudiéramos comunicarnos.

Elsa me preocupaba un poco. Lo único que podía ver de ella si me ponía de pie era su cabello rubio y de Amanda, su cabello rojo teñido, el cual dejaba ver las raíces negras. No podía ver sus rostros, ni si quiera algo de sus cuerpos, por lo que sentía que el viaje sería algo aburrido.

Estar nueve horas continúas sentada con un extraño no me gustaba del todo, pero si era alguien silencioso, que se limitaba a usar solo su puesto y mesita, sin molestar mi paz; entonces podría soportarlo.

Miré por la ventana, la cual por suerte estaba junto a mí. Estar a la ventana siempre era una de las mejores opciones en un avión, incluso cuando no había nada interesante que mirar. Suponía que era porque te hacía sentir menos enjaulado.

Afuera solo se veían las luces de la pista y el aeropuerto, pues ya eran las diez de la noche.

De pronto, sentí que alguien estaba a mi lado, por lo que me volteé y vi a un hombre guardando un bolso en el compartimiento superior.

Suponía que era la persona que iría a mi lado.

Pude notar que su traje parecía caro y que era más alto que el promedio. Tenía que ser sincera, a simple vista y sin haber visto su rostro aún, parecía atractivo.

Cuando por fin guardo su bolso y cerró el compartimiento, pude ver su rostro, lo que me dejó en shock.

—¿Tú otra vez? —preguntó al verme.

Me quedé en silencio un momento, hasta que él se sentó para dejar libre el pasillo, sin dejar de mirarme con sorpresa.

—¿Por qué alguien con tanto dinero viajaría en clase económica?

—Porque no soy tan rico como crees —contestó—. Y me tardé en comprar el pasaje, ya no quedaba casi ningún lugar.

—Ahí estaba... ¿y que no había más vuelos a Barcelona?

—Necesito llegar para el viernes y solo había cuatro vuelos que me servían... todos estaban igual o más llenos —contestó, apoyándose bruscamente en el respaldo y soltando un suspiro.

De pronto, me di cuenta de lo que debería vivir en las próximas horas.

—Estaré catorce horas sentada junto a un idiota —dije, golpeándome la cabeza contra mi asiento.

—Y yo junto a una salvaje impulsiva.

—No me conoces.

—Tú tampoco a mí.

El silencio se instaló en el lugar y justo en ese momento avisaron que se llevaría a cabo el despegue, por lo que las azafatas pasaron revisando que todos tuvieran los asientos en posición correcta y los cinturones abrochados.

Cuando el avión comenzó a avanzar por la pista, sentí mi estómago revolverse un poco por la emoción del despegue, el cual fue aumentando con el aumento de la velocidad del avión. En el momento en que las ruedas se despegaron de la tierra, mi estómago sintió un vacío y por la fuerza, mi cuerpo se pegó completamente al asiento. Sin pensarlo, puse mi mano sobre el brazo del asiento, pero al sentir una mano debajo de la mía, la despegué de inmediato y le di una mirada de desagrado al hombre a mi lado.

¡Vamos a un Crucero!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora