Elsa
Había salido a la cubierta durante un rato para tomar aire fresco y ya no tener que ver más a Ariana.
Afuera hacia un poco de frío, como solía ser en ellas noches, y el viento soplaba bastante fuerte, algo que también era habitual en esa parte del barco.
El frío y el aire puro me había alivianado un poco la borrachera y ya estaba pensando con mucha más claridad que antes.
Me reprendía mentalmente por haber soltado lágrimas en público, en especial porque el público era gente con la que trabajaba, y justo en la fiesta de cumpleaños de mi mejor amiga.
Un poco después de que el barco se comenzara a remecer un poco fuerte por la marea, decidí ir a mi cuarto, pero cuando me levanté de la silla, me topé de frente con Ariana.
—¡Elsa! —dijo con una sonrisa—. Aquí estabas.
Y yo que había pensado que no había notado mi ausencia.
—Sí —dije, fingiendo una sonrisa.
—¿Estás triste? Te vi llorar adentro —comentó con preocupación.
Iba a inventar alguna excusa como que mi madre me había dicho que mi perro había muerto o que tenía alergias, pero decidí no hacerlo. Era hora de armarme de valor y soltar lo que tanto me tenía deprimida.
—Ariana, hay algo que tengo que decirte —comencé, con la voz temblorosa.
—Claro, cuéntame —pidió con su sonrisa amable.
Tomé aire y lo solté:
—Me siento atraída por ti... de manera romántica... o como se diga.
Su expresión de alegría desapareció de inmediato y se transformó en una de tristeza.
Eso era lo que me faltaba, que ella sintiera pena por mí. Si antes estaba triste y enojada conmigo, en ese momento estaba triste, enojada y humillada... la mezcla perfecta.
—Elsa yo... —pensó un momento—. Si me hubiera dicho esto hace un mes, me hubiera encantado intentar algo, pero ahora esta Courtney y...
—No —la interrumpí—. Tranquila, yo solo te lo decía porque necesitaba hacerlo. Está todo bien.
La última parte había sido una vil mentira. No estaba todo terrible, pero las cosas habían estado mejor, mucho mejor.
Si le hubiera hecho honor a mi nombre, no estaría teniendo problemas amorosos y simplemente viviría en un bosque con unos cuantos indígenas... ah, y tendría poderes mágicos y un castillo hecho de hielo donde no podría poner el trasero porque se me dolería.
—¿Segura de que todo está bien? —quiso corroborar.
—Segura... Podrás haber notado que no soy muy sensible —dije con una sonrisa nerviosa.
—Sí, pero hace una hora estabas llorando mientras mirabas una botella de vodka.
Eso me había tomado por sorpresa.
—Ah, sí... es que soy ebria llorona —mentí—. Cuando bebo, lloro todo lo que no lloro cuando estoy completamente consciente.
Ariana soltó una risita.
—A veces es bueno desahogarse... —se quedó un rato más pensando y luego me abrazó—. Realmente lo siento. Sé que alguna chica estará encantada de ser tu novia algún día y será muy feliz.
Cuando se separó de mí, me dio una sonrisa nuevamente y se marchó.
Ella no podía saber lo que me había dicho. No me conocía más que hacía mes y medio y apenas habíamos hablado unas veces, la mayoría con gente extra entremedio.
Yo podía apostar que el amor no era lo mío. En general, las relaciones no se me daban, además de Lisa, no había nadie que se hubiera mantenido tan estable dentro de mi vida, ni siquiera mis padres o hermanos.
Cuando decidí volver a mi cuarto, me topé con Kyle y Shaun, quienes estaban saliendo a la cubierta. Kyle estaba bastante ebrio y Shaun lo estaba sosteniendo como podía.
—¿Necesitas ayuda? —le pregunté.
—No, tranquila, solo necesita tomar algo de aire —me respondió Shaun—. Gracias de todas maneras.
—Nos vemos.
Les di una sonrisa y entré para comenzar a bajar. Estaba caminado por uno de los pasillos con los cuartos de turistas cuando doble para meterme a otro y me di cuenta de que dos tripulantes estaban haciendo algo en una de las puertas.
Me volví a meter por donde venía y solo asomé una parte de mi cabeza para ver que hacían.
—Funcionó —dijo uno, empujando la puerta.
—Bien, ciérrala. No creo que tarde en llegar —le dijo el otro.
Vi como cerraron la puerta y el primero en hablar guardó un alambre en el bolsillo, el que imaginaba que habían usado para poder abrir la puerta.
—Ahora hay que esperar el momento correcto.
Ambos se alejaron en la dirección contraria y yo decidí acercarme a la puerta.
Le saqué una foto al número y luego, caminé a paso rápido en la dirección que los otros dos se marcharon.
Logré alcanzarlos en las escaleras, pero me mantuve a una distancia prudente para que no me vieran.
Saqué mi teléfono para grabar y logré captar hasta que entraron a un cuarto. Cuando estuve segura de que ya no iban a salir, me acerqué, aun grabando y enfoqué el número de la puerta.
Sabía que eso no me servía de mucho, pues no los había grabado forzando la puerta, pero solo era cosa de seguir atenta y poder encontrarlos en otra acción ilícita.
Cuando volví a mi cuarto, estaba dispuesta a contarle a Lisa lo que había visto, pero me encontré con que estaba dormida en mi cama, con los pies afuera y el uniforme puesto.
Suspiré y la corrí hacia la esquina para poder hacerme un lado. Pude haber dormido en la cama de arriba, pero odiaba las camas altas, en especial cuando estábamos en un barco que cada cierto tiempo se remecía tal como Chile cada día del año.
Luego de acomodar a Lisa, fui a lavarme los dientes y después volví al cuarto para cambiarme y meterme a la cama.
Mientras intentaba quedarme dormida, el recuerdo de Ariana volvió a mi cabeza y el tema de los dos perpetuadores de habitaciones había quedado a un lado en mi cabeza.
Lisa decía que llorar servía para desahogarte y evitar explotar después de guardar mucho tus sentimientos, por lo que no me quedó de otra que aceptar mi destino y dejar las lágrimas correr por segunda vez en el día, una cantidad un tanto excesiva para mí.
Mientras sollozaba en silencio por la vergüenza que había sentido de mí misma, Lisa pasó su brazo por encima de mí.
—Te amo, amiga —murmuró, abrazándome con fuerza.
Yo apreté su brazo, dándole a entender que apreciaba su apoyo, aun cuando estaba tan ebria que ni siquiera debía recordar dónde estábamos.
Era algo extraño. Yo solía ser la fuerte, la que consolaba y mantenía la calma y Lisa la bola de emociones que hacía que mi vida fuera emocionante. Sin ella, mis sentimientos y emociones no fluctuaban mucho más allá de a veces sentir preocupación y alegría; pero desde que ella había entrado en mi vida, había comenzado a experimentar nuevas emociones.
Que Lisa fuera la que estuviera dándome apoyo moral por un tema amoroso se sentía irreal, pues jamás había pensado que algún día eso sucedería.
En mis treinta años, por primera vez había necesitado que alguien me consolarla de verdad y era por la mayor estupidez que pudo haber pasado, no era como si hubiera quedado viuda o algo por el estilo, solo había sido rechaza por alguien que solo me atraía.
Solo era un rechazo. Todos habían sido rechazados, ya fuera por una persona, una editorial, una entidad... ¿pero por qué se sentía tan mal entonces?
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¡Vamos a un Crucero!
RomanceLisa es chef en un restaurante cinco estrellas y, junto con su mejor amiga Elsa, quieren ampliar sus horizontes trabajando en un crucero de lujo. A sus planes se une su compañera de departamento, Amanda, a quien recientemente le rompieron el corazón...